Fuimos al mercado, para inundar nuestras retinas de color, vida y curiosidad. Frutas exótica, peces desecados, peces y tortugas vivas para cocinar y vendedoras con los pies encima del mostrador
Fuimos a una nueva pagoda y era un derroche de purpurina, con mucho buda y algunas figuras macabras. Decidimos volver al hotel y sumergirnos en la piscina. Nuestra experiencia camboyana, había terminado
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