Ojos azules, cabellos rubios, bosques, lagos, islas y fiordos por doquier; sol de media noche, paz, silencio, convivencia y respeto.
Suecia, esperando el verano, espléndida en su paisaje, conservado por un pueblo que ama la naturaleza.
Cuerpo cansado, tras un trabajo de hogar, de creatividad y fuerza, de los que se hacen por agradecimiento, solidaridad y buenas intenciones.
Tristeza por la eliminación de un Nadal inmenso, en la gloria y en la derrota del Roland Garrós.
Consternación por el horrible parricidio en Tenerife; rabia e indignación por la traición a España de un presidente.
Paulatina liberación de la pandemia; bares que se llenan; mascarillas que se caen de los rostros; fútbol que distrae de los problemas y competiciones preludio de los Juegos Olimpicos.
Sueños viajeros tras la libertad sanitaria; hogueras de San Juan en España, de fuego, pasión y vino; Midsommar en Suecia, de música dulce y florales juegos.
Un verano y dos pueblos que unen mi pasado y mi presente. Bandera roja y gualda, de una España convulsa; bandera azul y amarilla, de una Suecia madura, tranquila y honesta.
Dos banderas; dos mundos distintos y hermosos, que mueven mis sentimientos y funden mis sueños de futuro.