"La energía no se destruye; se transforma"
Esta es una de las verdades que rige la naturaleza y en cierto modo, que mueve el planeta. Esta tiene su versión en el mundo de la biología.
Los árboles de una selva, nacen, crecen usando el sustrato del suelo, formado por millones de seres vivos que han muerto previamente y finalmente, mueren ellos también, alimentando fitófagos, insectos, arácnidos, herbívoros, pequeños depredadores, que son a su vez comida de otros depredadores mayores o de carroñeros y así durante miles de años, repitiendo sistemáticamente el ciclo de la vida y la muerte.
Pero no siempre es obligada la muerte de un ser vivo para proveer de energía otras formas de vida.
Hay plantas, animales e incluso, seres humanos, que son verdaderos especialistas en el arte de robar energía ajena. Este fenómeno, se conoce simplemente como parasitismo.
En el reino vegetal, hay por ejemplo un ficus estrangulador, que crece en el soporte de un árbol, formando una retícula exterior, que lo comprime, al tiempo que le roba su energía durante mucho tiempo, hasta que al final, acaba por destruirle.
Hay al menos 4100 especies, pertenecientes a 19 familias de angiospermas, que ejercen el parasitismo , por su incapacidad para hacer la fotosíntesis
En el reino animal, hay miles de ejemplos de parasitismo, en el que el arte de la chupancia alcanza su máximo esplendor.
Tenemos animales que parasitan vegetales, como es el pulgón, la chinche de campo o el mosquito macho.
Hay también, animales que parasitan animales, como la pulga, las chinches de las camas, las garrapatas, los mosquitos hembras, las sanguijuelas o los miles de parásitos internos, de los que la tenia solitaria es un claro ejemplo.
Hay animales más complejos, que ejercen el parasitismo, como los vampiros, que succionan la sangre de los mamíferos y las lampreas de mar, que succionan igualmente los peces y los mamíferos marinos.
Finalmente y parangonando la expresión "El hombre es lobo para el hombre", hay seres humanos que pastorean sus semejantes y se aprovechan de su energía mediante la explotación directa, succionando la energía de su trabajo, como:
Algunos empresarios, que se aprovechan de la necesidad ajena, dando salarios de hambre;
Profesionales que no pagan sus impuestos o los aminoran ilegalmente, aprovechándose del torrente de energía que aportan los demás a la sociedad, sin contribuir adecuadamente ellos mismos;
Trabajadores que viven del cuento, sin aportar la energía laboral para corresponder así a su salario;
Políticos, que se aprovechan de su posición de privilegio y extraen la energía de la sociedad vía prebendas, corruptelas y todo tipo de mangancias o mamandurrias y finalmente,
Los que generan impuestos injustos desde la Administración pública y
Los banqueros que hacen ingeniería financiera o se inventan comisiones de muy dudosa legalidad, para extraer de la sociedad, la energía acumulada por su trabajo o heredada de sus mayores.
Todos los ejemplos expuestos, tienen en común el arte de la chupancia. El ser humano, ha nacido mamífero, es un lactante de bebé y no pierde ocasión de serlo de adulto.
No es extraño que nos insultemos, llamándonos mamones, chupones, chupópteros, sanguijuelas, vampiros, parásitos, mamandurros y otras expresiones similares.
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