Sorteo de Navidad, discurso del Rey, sometido a juicio de siete lavapalanganas y cascada de discursos de caciquillos regionales, estirando el pescuezo para ser alguien.
Luna llena, árboles en desnuda madera, nubes que tapan el éter infinito, petardos en el aire, luces de colores, ya ajenas al sentido navideño y mucho desmadre.
Abrazos de familia, copas de más, dulces en la cintura, Papá Noel con sus renos y Reyes Magos con camellos, en una carrera de consumo e ilusión.
Campanadas de uvas, los deseos de siempre, cava y turrón, gorritos de cucurucho, ruidos de matasuegras y cotillones de calle, que finalizan en cuerpos desaliñados y chocolates con churros.
Comas etílicos, politraumatizados, cólicos y otros daños colaterales, mueven las urgencias de los hospitales.
Familiares que retornan a sus lejanos lugares, casas que vuelven a la normalidad, dietas de ensaladas para limpiar, basuras con botellas vacías e inútiles confetis.
Esperpentos a la vista en poblaciones podemitas, con travestidas magas de oriente, colores del arco iris y pérdida del sentido cristiano de las fiestas navideñas.
Ya no mas desmadres, hasta que lleguen los carnavales, o tal vez sí, pues los coletas moradas, los republicanos del separatismo unilateral, los maduros bananeros repartiendo perniles al hambre y los gorditos coreanos del norte, llenarán portadas de prensa y sembrarán de inquietud nuestros corazones.
Comidas las uvas, volvemos al mundo real, con miserias, salarios de pobreza, explotadores en el vértice de la pirámide, depredadores sexuales, fanáticos que mueren para matar y aprovechateguis por doquier.
Hemos reído, cantado y soñado. Hemos abrazado y besado y por unos días, nos hemos deseado paz, salud y prosperidad, pero estos deseos, han sido en muchos casos, tradición, compromiso, palabras huecas y una mofa del sentido cristiano.
Hemos perdido las uvas de los buenos sentimientos, el recogimiento, la virtud, la solidaridad, el amor y la ternura. Yo el primero.
Pero no importa, el año que viene, repetiremos la rueda de los despropósitos, en una sociedad que pierde sus valores.
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