martes, 1 de mayo de 2018

India y Nepal. Capítulo 14: Adiós India; adiós Nepal

El regreso de Chitwan a Kathmandu fue penoso. El camino era relativamente corto, pero infernal y peligroso. 
                               
Hicimos una parada para ver un puente colgante y estirar las piernas. 



Al salir del puente, me fijé, por deformación profesional, en una peculiar "sala de despiece de pollos" y pensé que el tratamiento por calor hace milagros.

De nuevo en ruta, observé un método de transporte animal muy típico en Asia y África.

Ya en Kathmandu, aproveché para hacer las últimas compras. Compré tela marrón y azafrán, como la de los monjes budistas. Para ello, subí por un tétrico edificio de estrechas escaleras que podía ser una insegura ratonera. Conseguí mi propósito y de paso, fotografié la mano del que cortó mi tela. Merece la pena verla.  

Volví a la tienda de un avispado vendedor que intentó venderme colgantes de hueso de yak a precio de caviar, pero se avino a razones y le compré bastantes cosas. Me dijo que me había apreciado como persona. Fue el mejor halago que pudo hacerme. He aquí la foto de su tienda y mi foto con él. Algún día le veré, si vuelvo, como espero, a Kathmandú.  




Visitamos entonces un precioso parque botánico, que era un florido paraíso en medio del caos de la ciudad. Serviría de solaz descanso antes de despedirme de Kathmandu.












Volamos luego a Delhi y desde allí a España. Nuestra gran experiencia por India y Nepal, había terminado. Nos quedan los recuerdos y el firme propósito, de volver a esta lejana y maravillosa forma de vida.












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