Llora el cielo junto al mar, mientras el interior de España, siente el frío de la tardía nieve. Es el canto del cisne, de un invierno que se fue, pero que nos da una bofetada de despedida.
Mis frutales ofrecen ya sus promesas de sabor y las flores alegran mis retinas. La primavera está hoy fría, aunque ya es imparable.
Hoy no es solo un espectáculo climático. Si algunas comarcas españolas han sufrido el pedrisco y perdido las promesas de la tierra, hay ámbitos donde el granizo de la corrupción destruye la fe en la democracia y amenaza la convivencia de la gente de bien.
Se ha levantado la veda del político corrupto y lenta, pero inexorablemente, muchos delincuentes entregan su libertad e impunidad en los juzgados.
Mientras esto ocurre, Erdogán profundiza en su dictadura, Le Pen tiene aún posibilidades de llegar al poder, poniendo en riesgo la construcción europea, el tío Donald enseña los dientes en el paralelo 38 y el canalla de Maduro despeña Venezuela hacia la desgracia.
Andalucía es la puerta de entrada del hachís en Europa, la dama de la falsa sonrisa intenta adueñarse de la ajada rosa del poder, que juzgo como un mal menor ante la amenaza del ¿qué parte del no es la que no entiende? y coleta morada autobusea el país para romper España con dinero tropical y turbantes chiítas.
Llora el cielo, pero el paisaje es hermoso y mi corazón late con alegría. Ni el pedrisco, ni los encarcelados, ni los dictadores, ni los demagogos enturbiarán otro día que me regala la vida
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