Lloro la soledad, tirito el frío y sudo los caminos de la vida.
Siento el vacío mujer, de tu mirada ausente y mi piel no encuentra los sones de tu pulso.
El paisaje de jardín ajado y sin flores, llena de melancolía mi vaga mirada.
Turbado, no adivino los puntos cardinales y mi espíritu errático, vaga sin saber su destino.
Los musgos de los árboles me señalan el norte y el sol en su ocaso, me marca el poniente.
Mi corazón duda ante la rosa de los vientos
Cierro los ojos, giro sobre mi y al abrirlos de nuevo, un claro del bosque me llama a su sendero
Camino por su angostura, entre piedras y zarzas, para llegar con jirones de alma y ropa, al paisaje de un valle.
La lluvia, arranca arcos de colores al sol que trabaja y me inunda de vida.
Los miruellos cabecean sobre el suelo buscando gusanada; los petirrojos bailan su cola con rítmica cadencia y los jilgueros me saludan con sus alas tricolores y su rojo madroño.
Huelo humos de otros hogares; oigo sonrisas y otros pulsos, invitan a melodías de amor y compañía
Siento aire limpio, suspiros de ozono y miradas de ternura.
El sol, duerme; la luna se despereza y sueño bajo su mirada de plata, con mi pasión de vivir.
El agua del cielo ha limpiado las penas de negro y mis ojos se tiñen de colores.
Y renace mi alma, que henchida de esperanza, sabe que el amor aún es posible.
uy, uy, uy... esa melancolía está pidiendo un nuevo viaje. ¡Animo!. El invierno nos baja a todos la moral. Un saludo.
ResponderEliminarMe impresiona lo Poeta que eres
ResponderEliminarEnhorabuena
Gracias por tu comentario.
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