El pasado otoño, hice de guía en Cantabria. La tarea no era fácil, pues mi nórdica acompañante procedía de un país de ensueño, con miles de lagos, bosques de abedules, verdes praderas con casas de madera en color ocre y agrestes montañas con blancos mantos de nieve donde renos, alces, lobos, osos y glotones dan vida al paisaje del gran norte.
Pero allí carecen de un tesoro subterráneo como el de Cantabria. Visitamos pues, la cueva de Covalanas, en Ramales de la Victoria. El acceso tiene una pronunciada pendiente que te hace sufrir si llegas con el tiempo justo, pero mereció la pena el esfuerzo. El paisaje que se divisaba, era muy hermoso, con un verde casi fluorescente.
Pudimos admirar muy de cerca las pinturas
rupestres de ciervas, magníficamente conservadas
Descendimos hacia Casatablas, donde comimos
Luego pasamos por Gándara, desviándonos hacia la izquierda,
y visitamos el mirador de las "cascadas del río Gándara"
Camino de acceso a pie al mirador
Continuamos por el impresionante Collado del Asón
Llegamos a la famosa Cascada del Asón. Los colores
del otoño eran hermosos y la cascada traía mucho agua.
Algo más adelante, descendimos a pie a mano izquierda de la
carretera, seguimos el borde de un arroyo y disfrutamos de una
espectacular vista de la cascada
Esta preciosa casa, está frente a la cascada del Asón
Continuamos hacia Santander, a través del
puerto e Alisas, viendo desde allí la ciudad
Vimos una preciosa vaca de raza "asturiana de los valles"
Una piara de vacas en la carretera, hizo pintoresca la ruta
Visitamos el precioso pueblo de Liérganes y tomamos
un chocolate con churros en "El hombre pez"
Ya en Santander, tomamos un "té del puerto" en la Cafetería Pombo, cerrando la jornada.
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