miércoles, 21 de octubre de 2015

Australia. Capítulo 1. La travesía

El domingo 18 de octubre, viajé desde Bilbao a Londres, sobrevolando la Bretaña francesa, donde estudié parte de mi especialidad de pesca, concretamente, en Lorient. 

Pasé sobre Cherburgo, aunque no se veían sus famosos paraguas y tras un breve paso sobre el Atlántico, aterricé en el aeropuerto de Heatrow, en Londres, rodeado de una verde campiña.

Algo más de dos horas de espera en el aeropuerto, me permitieron ver una muchedumbre viajera muy cosmopolita.

Era el día del Internacional del Domund. Recordaba las huchas que de adolescentes usábamos para la cuestación por las Misiones. Había tres tipos de hucha, con una cabeza de indio, otra de chino y la última, de negro.

En las inmensas salas de espera del aeropuerto, había cientos de orientales de muy variadas procedencias, como chinos, hindúes, paquistaníes y japoneses, por ejemplo; así como europeos, africanos y americanos. Se veían musulmanes, judíos, griegos ortodoxos y judíos.

Realmente, la vida había cambiado en las últimas décadas.

 Llegada la hora, salí para Hong Kong, continuando así, un largo viaje en tres aviones por tres continentes y un total de 27 horas de vuelo efectivo, con tan sólo tres horas de descanso en tierra

Al salir de Londres, sobrevolé Bélgica, Alemania, Polonia y Bielorrusia, para luego atravesar Rusia, Kazakstán  China y aterrizar en Hong Kong.

Intenté retener los lugares más emblemáticos de mi recorrido, pero al contrario del viaje realizado meses antes, desde la Isla de la Reunión a casa, carecía prácticamente de referencias personales; tan sólo vagos recuerdos del territorio europeo y algunas memorias de históricas del continente asiático. Recuerdo Gdansk,  Kaliningrado, Vilnius, Riga, Minsk, Moscú, Novorod, etc.

En definitiva, recorrí transversalmente toda Europa Central y toda Asia. Fue sin duda, el mayor recorrido aéreo que he hecho en mi ya dilatada vida de viejo y viajero

 Debido a un pequeño retraso en la gran travesía euroasiática, apenas tuve 25 minutos para embarcar en un nuevo avión, también de larga distancia, aunque no tanta como el viaje precedente.

En las siguientes 10 horas, volé por el sur del mar de China, las Islas Filipinas e Indonesia, para entrar en el norte de Australia, por el Golfo de Carpentaria, dejando Darwin al oeste, Cairns al este y enfilar hacia Brisbane, ya sobre territorio australiano, sobrevolando el Outback del Estado de Queensland.

Estaba mentalizado para realizar la gran travesía,. Aún así, fue duro.

Me he acostado en un hotel cercano a la estación de Brisbane. He descansado en horizontal pero no he podido conciliar el sueño, pues mi reloj biológico está descontrolado por el jetlag de mi reciente viaje a los EEUU y la nueva aventura emprendida.

Horas más tarde, estoy en la estación de tren.

Mis párpados de plomo hacen levantamiento de pesas para no caer dormido. No sin antes, haberme subido al TILT, el tren que me llevará 500 km al norte, hasta Miriam Vale, donde acumulare a las 5 horas de tren las que recorra en coche, hacia el inhóspito y a menudo traicionero interior de Australia.

Hace unos 30 años, disfruté una magnífica serie histórica sobre la formación de esta nación continente.

Convictos por penas comunes y luchadores de la independencia de Irlanda, fueron deportados al sudeste de Australia, donde redimían sus condenas con el trabajo y contribuían a repoblar el territorio, pues no les permitían volver a la Gran Bretaña.

Sydney y alguna población de Tasmania, por ejemplo, fueron testigos de aquella historia.

Hoy, Australia es un próspero  país que a pesar de la presión inmigrante oriental, representa, junto con Nueva Zelanda, el alma de Occidente en el Oriente, especialmente, de la Gran Bretaña.

He venido en búsqueda de aventura. Solo, a pecho valiente, pero con prevención no exenta de miedo que debo superar.

Me alojaré con una host familiar de Helpx.

Mi trabajo consistirá en realizar labores de jardinería, cocina española, arreglo de cercas, ayuda en doma natural de caballos, manejo de una ganadería de vacunos de raza Brahman, compañía y amistad. Nada más y nada menos.

El éxito de mi experiencia será mi capacidad de adaptación, buena educación, prudencia, buena disposición y una sonrisa que compense mis dificultades en un idioma que siempre se me atravesó.

Si ayer llegué como un paracaidista Australia, es hoy cuando comienza de verdad la toma de la colina.

Dejo atrás Brisbane.

Lo poco que he visto es limpieza, orden, naturaleza, mucho joven haciendo deporte y mucho anciano grueso en pantalón corto y mochila a la espalda.

El tren es tan silencioso como sus usuarios, mayoritariamente ancianos.

Un verde paisaje se ve jalonado de numerosas casas de una sola planta.

La tierra es roja, lo que me recuerda a África, el continente rojo. Exuberantes manchas azules, indican la presencia de árboles jacaranda, que en este caso, me recuerdan a Sevilla. 

Diversas y omnipresentes palmeras se entremezclan con el árbol autóctono de Australia: el eucalipto.

Esta especie arbórea, ávida en agua, fue usada a mediados del pasado siglo para desecar zonas pantanosas de  Andalucía. En Cantabria hay abundantes plantaciones de esta especie para la fabricación de pasta de papel, restando autenticidad a nuestros bosques.

A veces, se ven árboles con floraciones rojo anaranjadas, similares a los flamboyants africanos. Se observan también numerosos callistemos, con flores rojas, que asemejan cepillos de limpiar tubos.

La gente es extremadamente amable y se acercan a ayudar sin haberlo solicitado.

La primera impresión, es que Australia es un país serio, organizado y eficaz.

Observo grandes diferencias con Norteamérica. Veo una población más parecida a Inglaterra. Se ven muchos orientales, pero es difícil ver africanos
.
Las casas carecen del magnífico diseño norteamericano. Muchas tienen tejado metálico ondulado equipados con placas solares.

Ningún indicio de la fauna australiana durante el trayecto, pero estoy seguro de que gozaré  de su presencia.

Hay zonas boscosas con densa vegetación y matorral alto, ideales para encontrar algún veneno reptante de colmillos de muerte en agudos estiletes. Serpientes, para los que no tengan capacidad de adivinar la metáfora poética.

Si la película Indochina, de Catherine Deneuve, me apasionó por Vietnam,  Memorias  de África lo hizo por Kenia y la película Australia, de Nicole Kidman, hizo volar mi mente por este perdido rincón del mundo, del que tanto espero

Las próximas jornadas, marcarán mi destino en el devenir de la aventura y tú lector, si lo deseas, puedes acompañarme en esta experiencia.

Hoy, tan solo he descrito la travesía desde mi casa en Europa, a la casa de destino, ya en Australia


















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