Inmediatamente después de visitar The National September 11 Memorial Museum ya descrito en la crónica anterior,visité The One Trade Center, The Fredom Tower o Torre de la Libertad, erigida junto a los solares que ocuparon las Torres Gemelas.
Con sus 541 metros, es el edificio mas alto de Norteamérica y la séptima estructura más alta del mundo.
No se hizo más alta, por prevención de un nuevo ataque terrorista. Sin embargo, su altura no es casual: tiene 1776 piés, que es el año de la Independencia de los EEUU y la azotea está a 417 metros, que coincide con las que tenía las Torres Gemelas.
La Torre de la Libertad, representa en cierto modo, la capacidad de superación, el espíritu pionero, y el orgullo patrio de un pueblo que sufrió la barbarie del 11 S.
Donde quedaron cenizas, hierros retorcidos, desolación y muerte, han erigido un símbolo de su libertad, como lo es también la Estatua del mismo nombre.
La tierra de la libertad y como bien dice el Papa Francisco, la Tierra de los sueños, respondió así al desafío de muerte y lágrimas.
La inmensa torre, se alza al cielo, como un monolito plateado, en el que se reflejan las cambiantes nubes que se pasean en el aire.
Tal parece, que habla a las almas de los cuerpos arrancados a la vida en tal fatídica fecha, para el pueblo americano y en general, para las buenas personas del mundo.
Durante varias ocasiones, me alojé en Batery Park, un edificio contiguo a las entonces Torres Gemelas donde vivía un familiar. Desde allí veía la construcción de la nueva torre, que se erguía imponente, hermosa y orgullossa, ante una nueva era de América.
El sótano de la torre, estaba abierta a los peatones, para facilitar el paso en una zona muy concurrida de la City. Por ello, ya conocía sus entrañas, pero ardía en deseos de verme en su cúspide, casi besando el cielo.
Desde Nueva Jersey, a la otra orilla del río Hudson, se veía imponente esta bala de plata, sobresaliendo del resto de los edificios.
Precísamente, desde allí y no lejos del famoso reloj iluminado de Cogate, se emitieron las imágenes del incendio de la primera Torre, el choque del avión contra la segunda y el derrumbe de ambas.
La Fredom Tower, está inmersa en un gran operativo de seguridad. Tras pasar los controles pertinente, se vé en una gran pantalla, el número de visitantes que ya ha tenido en los pocos meses transcurridos desde su inauguración. Son ya casi 5 millones de visitantes de todo el Planeta.
El acceso interior, es a través de un pasadizo de roca, teniendo el aspecto de cueva natural. Sobe algunas de sus superficies, se proecta información sobre las torre.
Más adelante algunas pantallas adicionales, ofreecen imágenes de las fases de construcción y entrevistas con los técnicos y los obreros que han erigido el orgullo de América.
El ascenso en ascensor es tan rápido como espectacular. Ya en "el cielo", se ve todo Manhattan en 360º .
Todos los puentes de Nueva York, los ríos Hudson y East River, sus muelles y por supuesto, los rascacielos más emblemáticos de la ciudad.
Disfruté el grandioso paisaje del hombre y me fijé especialmente y por motivos sentimentales, en las dos viviendas donde había vivido mi hijo, en Batery Park y en un edificio enfrente a él, pero en NJ.
El restaurante de la cumbre, ofrecía un menú no precísamente barato, comer y ver desde allí, las "hormigas humanas" que paseaban sus afanes sobre Manhattan, o ver la navegación de un velero en rojo, por el Hudson, fue una inolvidable experiencia personal.
Tras desplazarme entre decenas de boquiabiertos visitantes de los 5 continentes, armados de cámaras fotográficas, emprendí el descenso del edificio.
Recorrí el subsuelo y salí a Batery Park, entre recientes recuerdos de hijos y nietos norteamericanos.
Todo estaba impoluto y hermoso.
Pero el día aún no había terminado. En la siguiente crónica "Las luces de Manhattan", relato nuevas horas de sentidas emociones.
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