No fue fácil entrar en la India, por las dificultades de tramitación del visado en España. Tras la larga espera de control de inmigración fuimos recibidos por un representante de nuestra agencia de turismo, que nos agasajó con un collar de flores.
Al salir del aeropuerto, recibimos una bofetada de calor. A partir de ese momento, debimos prepararnos para afrontar situaciones impactantes en un país que no te deja indiferente.
Delhi es la capital de la República de la India. Tiene una gran importancia histórica, favorecida por su estratégica situación en el norte del país.
Establecida entre las colinas Aravalli y el río Yamuna, su posición facilitó el control de las rutas comerciales que circulaban desde el noroeste hasta las llanuras del río Ganges.
Esta ciudad nunca duerme; nunca descansa y siempre es bulliciosa, inmersa en un inmenso caos, donde los atascos de circulación y la sistemática falta de respeto a las normas de circulación, su desconcertantes ruidos e impactantes olores y colores, dejan huella.
La ciudad está dividida en dos partes: la Vieja Delhi y la Nueva Delhi, ésta última, creada bajo el control del imperio británico, con el fin de crear una nueva ciudad, donde se reunieran todos los edificios del gobierno y las residencias de los gobernadores.
Algo similar ocurrió en el imperio francés; por ejemplo la ciudad marroquí de Fez, tiene la Medina, de estrechas y retorcidas calles y la ciudad moderna, planificada en grandes y rectas avenidas por los ingenieros militares de la época.
Las agencias de viaje consultadas, dirigen usualmente sus clientes a la Nueva Delhi, sin embargo, el interés de nuestro grupo, era adentrase en el corazón de la ciudad, pisando las estrechas calles donde bulle la vida y se respira el alma de la gente corriente.
Nuestra visita al Viejo Delhi, comenzó por el Raj Ghat, que es el monumento memorial donde incineraron el cuerpo de Mahatma Gandhi, el Templo Sikh de Bangla Sabih, donde observamos el fervor con que los miembros de la Hermandad escuchan las lecturas sagradas.
Uno de los mejores recuerdos del viaje a la India, fue la visita a este templo. Sus fieles eran muy comprometidos y cada día, dan de comer a cientos de ciudadanos que lo requieren. Visitamos sus cocinas, donde los miembros de la comunidad, independientemente de su nivel social y económico, colabora en régimen de igualdad.
Recorrimos las instalaciones descalzos con nuestras cabezas cubiertas con un pañuelo de color azafrán. Lamentablemente, no pudimos hacer fotografías en el recinto del templo. La ceremonia que presenciamos, fue de una gran belleza plástica cargada de recogimiento y espiritualidad.
Los niños sikhs, llevan un pequeño y extraño tocado en la cabeza. Los adultos, se dejan una larga cabellera que ocultan bajo un espléndido turbante y tienen espectaculares barbas que les confiere una gran presencia.
Posiblemente, al final de esta serie de artículos, aborde los aspectos más importantes de esta religión.
Nuestro periplo nos llevó a la Gran Mezquita Jama Masjid, construida por orden del Sha Jahan, en un pequeño otero. No pudimos sacar fotos en su interior, pero conseguimos un testimonio gráfico en la gran explanada.
La mezquita, al contrario de las que he visto en numerosos países musulmanes, es abierta, con un enorme patio central. Desde uno de los extremos del patio principal de la mezquita, se observa el Fuerte Rojo de Delhi o Al Quila en hindú, construido por el imperio islámico en el siglo XVII.
El orgullo musulmán, prevalece en la mayoría del territorio hindú, especialmente, en el norte del país, marcando y recordando su antigua supremacía en gran parte de la India, tras sus conquistas en los siglos XVI al XIX, teniendo una gran influencia cultural en la India.
Cuando la Gran Bretaña dio la independencia al territorio, éste se dividió en dos partes: Pakistán, de predominancia musulmana con un pequeño porcentaje de hindúes y la India, con claro dominio hindú, presencia sikh y un porcentaje pequeño de musulmanes.
La tensión generada entre musulmanes y los fieles del hinduismo y el sikhismo, tras la independencia, provocó el asesinato de Gandhi, por un sikh.
En Pakistán, la población hinduísta ha disminuido progresivamente para ser testimonial. Sin embargo, en la India, los musulmanes alcanzan ya el 18% de la población total del país y es una posible amenaza de inestabilidad en los próximos años.
Recorrimos las abigarradas calles del popular barrio de Chandni en ricshaw (carrito de bicicleta) y nos sumergimos entre puestos de adornos variados, oliendo comidas fuertemente especiadas y viendo tiendas de alpargatas, gafas, mochilas, etc., sorteando indistintamente coches, motos y vacas sagradas que se acuestan en la mitad de la calzada o se meten en las tiendas. El ambiente era caótico, bullicioso e incluso inquietante.
No me agradó viajar en ricshaw. Aunque allí sea normal, me pareció vejatorio desplazarme con el esfuerzo muscular de otro ser humano. Además, el movimiento del carrito, me dificultó sacar fotos de indudable valor etnográfico de la vida en la calle.
Miguel, no puedes quejarte del ricshaw con esa preciosa chica al lado. Un saludo.
ResponderEliminarEs muy cierto que no nos gusta ser llevados de paseo en un rickshaw por un ser humano. Pero no hay que olvidar que no podemos pensar a lo occidental en un país como la India, sería un insoportable y constante sufrimiento. Los valores son ni mucho menos los mismos. Y mas vale aceptarlo como parte de un todo. Belleza, miseria e injusticia viven puerta con puerta...la aceptación de la población, cada uno en su sitio, es otro tema largo...
ResponderEliminarSer propietario de un rickshaw es como el gordo de la loteria para muchos hombres y es un trabajo absolutamente digno. Con sus ganancias mantienen a sus familias para que no tengan que pasar hambre. La mayoría de estas familias viven en slums y si añadimos las precarias condiciones de vida con la falta de alimentos quizás podemos entender mejor lo que significa ser conductor de un rickshaw. Cliente que pierde...leche para los hijos que no se puede comprar.....
Y hablando de fuerza física... si alguien ha tenido la ocasión presenciar el trabajo de los portadores de maletas y mercancías en una estación de tren.....no sé que preferiría ser.... Un saludo
Gracias Almut por tu comentario. Como occidental me incomoda see servido de esa manera, pero comprendo y asumo plenamente tu razonamiento. Espero que algún dia,tengan mejor modo de ganarse la vida. Saludos
ResponderEliminarYa veo que te RODEAS DE RUBIA!!jajaja.
ResponderEliminarTe has documentado, como siempre, muy bien.
Muy bonitas fotos.
Mariceli, nunca he desdeñado las morenas y las pelirrojas
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