Tal vez se me tache de imperialista, pero me habría gustado vivir en la época victoriana para conocer un tiempo romántico lleno de brillo y esplendor.
India cálida y misteriosa; Kenia subyugante y salvaje; la hermética China; la inmensidad australiana; las recónditas islas perdidas del imperio y las travesías en barcos de vela por los siete mares, habrían colmado mis ansias de aventura, en un mundo exótico y apasionante que ya ha desaparecido.
Bien pensado, habría tenido que soportar penosas enfermedades, operaciones sin anestesia y todo tipo de incomodidades. Habría tenido que sufrir, sin internet, sin WhasApp ni TV y sin aire acondicionado y sobretodo, ahora estaría muerto.
Puestas así las cosas, me queda el placer de vivir un par de días en un magnífico hotel con encanto, reliquia de la época victoriana. El Mayfair, es un hotel donde los colonos británicos pasban vacaciones, huyendo del agobiante calor de las tierras bajas de la India.
Su decoración, típicamente inglesa con olor a siglo XIX, es totalmente retro, con un halo de grandeza ya pasada. Es tan original y hermosa, que incluso las figuras del jardín, relucen con clase.
Se trata de un hotel erigido en una pronunciada pendiente de montaña, con habitaciones repartidas por doquier, enlazadas con techos de cristal bajo los cuales, lucen hermosos viejos muebles de época.
En un salón con chimenea, dedicado a la conquista del Everest por Hillary, se respira la gran aventura de dos aventureros que deslumbraron al mundo con su hazaña.
Sobran ya las palabras y sólo queda exponer fotografías de un hotel irrepetible.
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