Al salir del hotel de Jaipur, hacia Agra, nos fotografiamos con el peculiar portero del hotel; tenía una barba muy curiosa.
Posteriormente, fuimos a ver la fachada del Palacio de los Vientos, un espectacular símbolo de la ciudad.
Frente a la fachada, había un encantador de serpientes que captó rápidamente mi atención.He visto algunos reptiles en mi vida: una cobra prieta en Sao Tomé é Príncipe, una taipán y una parda en Australia, una pitón en Indonesia y ahora, una cobra.
Me horrorizan las serpientes,pero me subyugan. Por eso, me acerqué como una mariposa vuela hacia el sol hasta morir tras quemarse las alas.
Cuando el encantador me dijo que podía tocarla, sentí miedo, pero extendí mi mano confiando en un desconocido.
Su tacto era duro y frío, pero no desagradable, como la blanda y repugnante piel de la pitón, de la que percibí el crujiente sonido de sus vértebras al reptar sobre mis hombros, mientras me miraba fijamente a los ojos y sacaba su bífida lengua.
Era una turistada, pero siento un gran placer cada vez que me subo a un paquidermo. Numerosos vendedores, perseguían a los turistas durante el ascenso, lanzando hacia arriba los artículos que vendían.
Recordé entonces, una escena similar, cuando los vendedores egipcios lanzaban desde barcazas sus mercancías a la cubierta de los barcos que navegaban por el Nilo.
El fuerte fue construido con arenisca y decorado con mármoles tallados que recubren suelos y paredes, siendo una muestra del lujo con el que vivían los maharajaes.
Me encantó verlo, pero lo mío no son las piedras, sino la flora, la fauna y sobretodo, la gente de un país.
A la derecha, una librería de gran interés para varios miembros del grupo, a pesar de la dificultad del idioma
Descenso del fuerte Amber en jeep
Visitamos el Galta Ji, conocido como el templo de los monos. Ana mostró su arrojo con las vacas sagradas
Abhaneri, famoso pozo con escalones
Tenía reservada una sorpresa a mis compañeros. Viajamos sobre sendos carros tirados por dromedarios durante media hora hacia un restaurante en la mitad de la campiña India. La escena de mis amigas, protegiéndose del sol con paraguas, era una especie de romería con toque colonial de pasadas épocas.
Ana dominó rápidamente el camello.Un tambor anunció nuestra llegada y nos dieron la bienvenida
Tras la comida, picante, por supuesto, un zagal nos hizo hábiles y simpáticos juegos de magia, ganándos sus correspondientes rupias.
Visitamos en ruta, la ciudad abandonada de Faatehpur Sikri, construida por el emperador mogol Akbar entre 1571 y 1585, en honor del santo Salin Christi
Fatehpur Sikri fue la capital del imperio mongol durante 14 años, tras los cuales tuvo que ser abandonada, lo que provocó numerosos saqueos y robos, aunque a pesar de ello, aún puede verse su magnífica arquitectura que mezcla estilos mogoles e hindúes.
Dado mi interés por la etnografía, casi me olvidé de las piedras para sacarle los colores a la vida de las personas.
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