sábado, 27 de febrero de 2016

Argelia 12. La muerte del enemigo

Nouadhibou. 1972. 25 años. Director de Calidad de una importante factoría pesquera.

Muchas latas de atún fabricadas, habían sufrido abombamiento químico.

Roberto López. Jefe de Producción de la empresa. Orden encubierta de perforar las latas, sacarles el gas y restañar luego el orificio. Grave riesgo microbiológico, pero poco importaba. Lo fundamental era ganar dinero.

El conflicto estaba servido y tras casi dos años defendiendo la seguridad alimentaria y mi conciencia, tire la toalla, firme unas oposiciones a funcionario y marche a España.

Las lágrimas enjugaron mis ojos, cuando sobrevole las dunas de arena y felicidad de mi primera gran aventura personal. Dejaba allá hermanos, más que amigos y un filibustero de la cadena alimentaria.

8 años después, el gerente de la factoría, contacto conmigo para que le permitiera importar a España a través de Melilla, almejas de Marruecos. Entonces, era la máxima autoridad sanitaria de la Ciudad y él, un gestor despedido por un comportamiento cuando menos criticable, que estaba al servicio de otro tiburón de la alimentación. Había habido un brote de cólera en Marruecos y mi respuesta fue negativa.

40 años después de mi salida de Nouadhibou, estoy en Argelia. Mi misión, es ayudar al Gobierno a poner orden en la seguridad alimentaria del sector de la pesca. La tarea es enorme, creativa y gratificante, pues creo de corazón, en el derecho de los pueblos a la seguridad alimentaria y tengo capacidad y experiencia para contribuir a ello.

Argelia. Fabrica de conservas. La directora de calidad había presentado su dimisión meses atrás. El jefe de producción, había puesto al gerente en la tesitura de escoger entre, el dinero o la seguridad alimentaria y la ética. No había opción de colaboración, entendimiento y equilibrio.

Era un compatriota. Había trabajado en Nouadhibou años atrás, pero después de mi. Era amigo y tenía la escuela de Roberto López. 4 décadas más tarde, se había repetido la historia.

Al departir con el jefe de producción, supe que mi enemigo del pasado, había muerto 6 años atrás.

Un proverbio árabe, dice “siéntate a la puerta de tu casa y veras  el cadaver de tu enemigo pasar”

No ha habido rencor, ni afán de revancha. No he sentido alegría por la noticia, sino pesar por el fallecimiento de un ser humano. Simplemente, me alegro de no haber colaborado con él en el pasado y de haber sido fiel a mis principios y a mis sentimientos.

Sigo vivo, haciendo seguridad alimentaria. Dando años a la vida y  vida a los años de las personas. Con mis zonas grises y con mis dudas, he recorrido un largo trecho, por  un camino más difícil y probablemente, más limpio.

Muerto mi enemigo. Solo deseo que la tierra le sea leve



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