Sólo se ama lo que se conoce. Es así como uno siente la vocación por algo y yo la tuve por los animales. En mi caso, no podía ser de otra manera. Con cuatro generaciones familiares directas y consecutivas de veterinarios que me precedieron, mi destino estaba casi escrito.
Ya desde pequeño, disfrutaba de la vida animal. Corderos, conejos, pollitos, patos, toda clase de pájaros, un bambi durante una semana e incluso, un cerdito de última teta, que raquítico y penoso, fue bien alimentado, mientras tiraba de un pequeño carro que le hicieron a la medida.
En la postguerra española, la imaginación suplía la carencia de esos juguetes que todo lo hacen y el poseedor se limita a contemplar idiotizado sus movimientos.
Mi pasión eran las ranas, todo tipo de insectos, de los que los grillos eran mi predilección y cualquier cosa que se moviera. Tampoco faltaron gusanos de seda y algún camaleón ocasional, que capturaba en los pinares la playa de Valdelagrana, Cádiz.
Cuando tuve unos 10 años, mis juguetes preferidos fueron una espada de madera y un tirachinos. Era una cultura de violencia y muerte que afortunadamente, me duró poco tiempo.
Salía al campo con mi padre y le ayudaba a hacer clínica. Conocí entonces todo tipo de ganado de renta: cerdos, ovejas, cabras, caballos, vacas y disfrutaba enormemente con ello.
Especial mención se merecían los toros bravos, a los que conocí en las dehesas y en los campos de Andalucía, viendo de cerca su bravura, su nobleza y la hermosa vida alejada del circo de la muerte. Más de un susto sufrí, con percances de manejos de estos animales, no ajenos a revolcones y golpes.
Ya en la Facultad de Veterinaria, conocí un raro ejemplar de oveja y cabra, al que llamaron ovicapra.
En otra ocasión, ayudé al catedrático de cirugía, a cortar las falanges distales, para desproveer de las garras a una docena de leones de un circo, pero lamentablemente, no guardo documento gráfico de aquella experiencia profesional.
Poco antes de acabar la carrera, pude ver los lobos que usó Félix Rodríguez de la Fuente en sus programas televisivos e incluso cometí la locura de meterme en el recinto de un oso para sacar una foto que posteriormente perdí. No sería mi última locura, pues décadas más tarde, cometí otra imprudencia más grave en Australia.
Durante mi trabajo en Mauritania, prácticamente, conviví con gacelas, chacales, facoceros, pelícanos, flamencos y fenecos, no faltando incluso, tortugas verdes o bobas, así como el avistamiento de focas monje.
Regresado a España, e instalado en Cantabria, di rienda suelta a diversas aficiones, como la canaricultura, la acuariofilia y el coleccionismo de mariposas del mundo.
En aquella época, y como una responsabilidad anecdótica de mi trabajo, debía certificar la seguridad de las plazas de toros antes de los festejos taurinos y de los circos con animales, por lo que periódicamente, estuve cerca de monos, tigres, leones, elefantes y de reptiles. En una ocasión, se produjo una avería del termostato de una balsa de cocodrilos. El resultado fue descorazonador, pues murieron medio cocidos y hube de certificar la muerte de los animales para que el circo pudiera cobrar el seguro.
En 1996, con ocasión de una consultoría de seguridad alimentaria en Honduras, visité un matadero y quise comprobar qué era una laguna de oxidación. Fue una mala y macabra idea. Aquéllo no era más que una gran charca inmunda, donde vertían al aire libre los despojos resultantes de los animales sacrificados. Una miriada de zopilotes, carroñeros negros como cuervos, emprendieron el vuelo, salpicándome de forma inmunda. En aquél país, ofrecían por la carretera, numerosas iguanas, para ser comidas.
Años más tarde, aún debería tener alguna responsabilidad directa con la vida salvaje, pues debía someter esporádicamente a reconocimiento veterinario, fundamentalmente a monos de un zoológico, que agredían a incautos visitantes y también, formar parte de una comisión que controlaba los frecuentes varamientos de cetáceos en nuestro litoral.
A principios de este siglo y con motivo de la encefalitis espongiformes transmisibles, conocida vulgarmente como enfermedad de las vacas locas, se puso de moda el consumo de carne de avestruz, que se producían y se sacrificaban en Cantabria. Tuve que gestionar esta nueva modalidad de carnización.
En esas fechas, mientras se construía mi actual vivienda, hube de atar numerosas víboras, que habitaban en un pedregal cubierto de maleza, en la que fundamentaría poco después, mi pequeño paraíso personal. En la actualidad, en los alrededores de mi casa, veo a veces zorros, tejones y numerosas aves de presa, algunas de las cuáles, dejan a veces restos de sus cacerías.
En mi casa de Sevilla, sobre el Mercado de Entradores
Las blancas palomas de la plaza de América
me dieron momentos de gloria infantil
En la Feria de Sevilla, con 3 o 4 años de edad
Con unos 7 años, en uno de los pueblos del antiguo
Instituto Nacional de Colonización
1965 en una plaza de toros en la provincia de Córdoba,
No fue mi primer revolcón y tampoco fue el últimoEn 1970, montado en dromedario por las
calles de Córdoba
En una fábrica de conservas de Francia.
durante mis estudios de especialidad. El
atún estaba congelado y apoyado en
el suelo (1971)
Durante mis dos años de estancia en Mauritania, (1972/1973),
disfruté enormemente con la fauna silvestre: pelícanos, flamencos,gacelas, chacales fenecos, tortugas de mar,... todo un paraíso
para un amante de la vida animal. Mi madre fue testigo de aquella
inolvidable aventura
Nadar en el mar con una tortuga boba, fue un placer
Con Indio, mi primer perro
Una foca monje en el sur del Sahara Occidental
Flamencos en Nouadhibou, Mauritania
Huevo de tiburón
Sahara Occidental 1972
Chacal
Paisaje en Nouadhibou
Dos costillas de cetáceo en
mi casa de Nouadhibou. 1972
Defensa de un pez sierra
Nouadhibou, 1972
Rommel, el feneco o zorro del desierto, que crié en Mauritania
y traje a España
Rommel, ya adulto, en mi casa de Sevilla. 1975
Desierto del Sahara. Argelia, 1979Mi vida profesional, ha transcurrido casi siempre en el ámbito de la seguridad alimentaria y de la salud pública.
He visto en numerosas ocasiones, naves de conejos y de aves de puesta, sometidas a un penoso enclaustramiento. También he presenciado miles de sacrificios de animales de abasto y aunque me he acostumbrado por necesidad a la muerte y a la sangre, me he sentido liberado de este triste espectáculo con mi jubilación.
Asistí durante un año, a una clínica de animales de compañía. Sin dedicarme a ello, deseaba tener una formación clínica mínima, para satisfacer las consultas que a veces me hacían los propietarios de animales. En ese tiempo, tuve ocasión de ver perros, gatos, numerosas especies de aves, monos, serpientes, ardillas, jinetas, hurones, iguanas y muchas especies más.
Recuerdo la histeria de una señora, con un pequeño mono enfermo, y enormemente agresivo. La acompañaba su pobre marido, al que la mujer trataba con más agresividad que la demostrada por el simio.
Luego, he visto muchas especies en parques y reservas animales durante mis viajes. No es posible recordarlo todo, ni dispongo de fotos. No pensaba entonces, que con los años, sería un adicto a escribir en blog. Al menos, hay testimonios de muchas de mis experiencias personales
Este caniche con pinta afeminada es Estocolmo. Un semental que ha padreado en Europa y Norteamérica
Durante las fiestas de Villatoro,
un precioso pueblo de Ávila,
Durante las fiestas de Ólvega., Soria
Canadá, 2013
Canadá, 2013
Gato doméstico en Marston, Canadá. 2013
Marston, 2013
Con un huarizo (híbrido de llama y alpaca). Canadá, 2013
Cin una llama y cabras cashemire. Canadá, 2013
Con 3 perros muy ladradores a los que bauticé como:
"Los tres tenores"
Con los tres tenores. Canadá, 2013
Con una simpática ardilla en Batery Park. Nueva York, 2013
Un cangrejo en Long Island, Nueva York 2014
Pájaro cardenal (macho)
Colibrí
Boda en un granero americano
El perro labrador, fue testigo de a boda
El perro de Verónica Basilieva. Rusia asiática, 2014
Con caballos leipzianos. Bosnia, 2015
No hay sitios civilizados donde no adoren los perros
Los lechones eran destetados, lavados para eliminar el olor de la
camada, refregados en repelentes de insectos y posteriormente,
mezclados en un cercano bosque cercado
¿Sabéis la diferencia entre colaborar e implicarse?
Para cocinar huevos fritos con chorizo, es preciso que la gallina
colabore y que el cerdo se implique
En la granja autosuficiente, había más de 400 gallinas en libertad.
Algunas eran víctimas de las aves de presa. Una de ellas, venía
casi todos los días a la casa, picaba la puerta para que le abriéramos
la puerta y después, ponía un huevo en un rincón tras un altavoz.
Con un dromedario cerca de Sidi Ifni. Marruecos, 2015
Queensland, Australia, 2015
Con un cebú. Queensland, Australia, 2015
Un susto de 8 patas. Queensland, Australia, 2015
Un susto de muerte. Frente a una taipán, la serpiente más
venenosa del mundo
Perros Rhodesian Riidgeback, NWS, Australia, 2015
Con magníficos e inteligentes perros pastores
en Queensland, Australia
Gigantesca rana arborícola, similar a nuestras de S.
Antón, que vivía en el desagüe de las aguas pluviales.
Recuerdo que bajé de noche la escalera exterior de
la casa y puse la mano a oscuras sobre ella. Estaba
en el pasamanos de la escalera. Por un momento me
asusté, pues aquella tierra, es rica en sapos, arañas y
serpientes muy venenosos
Tenía verdadera pasión por los canguros, pero
al principio, apenas me encontré con ellos. Este
era de resina
Pronto vería los canguros de verdad, pues en Coffs Harbour
estaban por cualquier jardín de las urbanizaciones
Otras veces, los veía en grandes extensiones de terreno
El macho alfa de la manada. Me bloqueó el paso
y preferí esquivarlo porque son peligrosos
Con un dragón de agua. Coffs Harbour, Australia
Los dragones de agua, son inofensivos si no se les toca.
Disponen de una línea de espinas muy disuasorias que
erizan al menor signo de peligro. Acuden a las mesas de los
merenderos para comer restos de comida, como los pájaros.
No son agresivos, pero cuando pululan entre los pies una
docena de ellos y un pavo salvaje se sube a la mesa y trata
de robarte la comida de las manos, cuando menos, se siente
desazón.
No es un liquen, es un lagarto
La cicada es un insecto que frota sus alas para hacer ruido.
Millones de ellas, parecen ponerse de acuerdo para "cantar"
y enmudecer a la vez. Es un hecho mágico que disfruté en
Australia
Los hay por millones
Véase una serpiente comiendo un opossum
Estaba junto a la piscina de la casa y sobre
una de las butacas del jardín
Coffs Harbour, Australia, 2015
Monumento a las ballenas. Coffs Harbour, Australia
Me indicaron donde estaban las ballenas. Sentí una gran emoción
que rápidamente, se tornó en decepción, pues no las ví.
Con un koala. Brisbane, Australia, 2015
Con un dingo (perro salvaje australiano). Brisbane, Australia
Ornitorrinco
Feria de Sevilla, España, 2016
Sevilla, humor y alegría
Con un lucio en Suecia, verano del 2016
Con un alce. Suecia, verano del 2016
Pico Tresmares, Cantabria, España, 2016
Tanzania, 2016
Dik dik
Espátula
Pelícano
Hipopótamo
Pelícanos
Elefante
Excremento de elefante
Escarabajo pelotero africano
Hiena
Cebras de Grant
Búfalo africano
Cocodrilo del Nilo
Jirafa
Gallinas de Guinea
Aveztruz macho
Rinoceronte blanco
Facoceros verrugosos
Ñú de barba blanca
Hipopótamo
Búfalos africanos
Leona
Burros domésticos
Cebúes en un poblado maasai
Antigua fotografía obtenida de internet. Habría dado algo por
haber tenido una experiencia como esta. (Foto tomada en 1920)
Sonría, por favor
Estoy orgulloso por haber dedicado mi vida a la profesión veterinaria, conservando el medio ambiente, procurando el bienestar animal de los animales de renta y cuidando de la salud pública de la población. Ya jubilado, conservo mis principios profesionales y disfruto, allá donde voy en mis numerosos viajes, de la ganadería doméstica y de la fauna salvaje de los países que visito.
He sentido una gran emoción al ver la fauna del mundo en su hábitat natural, sin barrotes que restrinjan la libertad de la vida salvaje y espero aún grandes momentos en otros países
Siento predilección por varias especies animales: gallos, cardenales, jilgueros, flamencos y colibríes; delfines, caballitos de mar y mantarrayas; cebras, jirafas, ardillas y caballos. Siento especial animadversión, por las serpientes y los varanos y verdadero pavor, por la presencia de tiburones.
Tengo en mis proyectos, recorrer países en los que habitan especies que me apetece conocer en libertad y no en un zoológico: camellos bactrianos en Mongolia, renos y bueyes almizcleros en el Ártico, orangutanes en Borneo, gorilas en Centro-áfrica, yaks y búfalos de agua en el sudeste asiático, gaures en la India y bisontes americanos en el Norteamérica. Tal vez, vea algunos en libertad o sólo se quede en el sueño de un corazón joven en un cuerpo viejo. Lo sé, pero soñar no cuesta dinero y si a la mayoría les da por soñar con el gordo de la lotería, a mí me da por esto.
Camello bactriano Reno
Orangután Gorila
Búfalo de agua Gaur Buey almizclero
Bisonte americano Yack
Contento por el pasado y satisfecho por el presente, no es extraño, que mi cara refleje, además de los años vividos, la ilusión por conocer la maravillosa fauna salvaje, en sus predios de libertad.
¡Vaya Miguel!, menuda colección de fotos y de recuerdos. Te felicito.
ResponderEliminarMiguel nodejas de asombrarme y en este reportaje más...viendo tus fotos veo una persona maravillosa tu querida madre gran persona... Ya se aquien sales.un abrazo
ResponderEliminarGracias a ambos por vuestros comentarios. Lectores como vosotros, sois los que me animáis a escribir en el blog
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