Domingo 8 de enero. Estoy física y emocionalmente aterido. La casa está moderadamente templada y acogedora, pero "se ve el frío"a través de los cristales.
La escarcha ha teñido de blanco el césped del jardín. Una fina placa de hielo cubre el agua del estanque. El banano que se erguía espléndido junto a él, ha entregado al frío sus anchas hojas y salvará su raíz para besar mis ojos con su renacer de primavera.
Las aves del jardín, picotean la comida que les pongo. Malvíses, mirlos, gorriones, petirrojos y jilgueros, obtienen así energía en una época de mayor necesidad y carencia. Se mueven despacio, atenazados por un frío que se va lentamente con los primeros rayos del sol.
He desayunado miel de brezo, sobre una pésima espuma de trigo que algunos llaman pan. Pronto dedicaré otro capítulo de esta serie a la alimentación natural.
Ahora, busco el calor, para reconfortarme y protegerme del invierno del norte.
No enciendo la chimenea, pues me lleva bastante tiempo encenderla y aunque su calor y olor dan sensación de cálido hogar, me resulta más fácil y eficaz la calefacción de gas-oil. Es otra traición mía a la naturaleza.
Seco y aseado, me quito el albornoz. Es una prenda de algodón teñido con un tinte artificial de color granate.
Me cubro la paternidad con un calzoncillo, aunque los dependientes de ropa, lo denominen bóxer slip, una variante del bóxer (calzoncillo) tradicional que se caracteriza por un diseño ajustado sobre la región pélvica, por ser fino en mi descripción, sin usar palabras más contundentes.
Cuentan con un elástico visible que se ajusta a la altura de la cintura y poseen una prolongación frontal en el crotch que permite el soporte de los genitales masculinos, por supuesto y cuenta, además, con materiales textiles elásticos.
En mi caso, no son de algodón, sino de elastano, que produce una adhesión completa a la pelvis. No uso modelos que se ajustan sobre el abdomen, porque fracasaría en el intento de moldear mi cuerpo. Tampoco tienen un mecanismo sencillo de relleno oculto, para conferir a mi zona erógena un mayor volumen. Ante todo, sencillez, naturalidad mientras se pueda y honestidad.
Lo de la naturalidad viene al cuento por la fibra utilizada. El elastano, licra o spandex, es una fibra sintética de gran elasticidad y resistencia. Es un copolímero uretano-urea formado en un 95 % por poliuretanos segmentados a base de un éter polibuténico que actúa como muelle entre los grupos funcionales del poliuretano.
Puede ser estirado hasta un 500% sin que se rompa, se puede estirar gran número de veces, volviendo luego a su forma original, por lo que resulta muy práctico para proteger la zona de la refriega de los impetuosos jóvenes que juegan a la vida en su máximo esplendor.
Pero que quede constancia a mis colegas de género, que su escroto y demás compaña, lo tienen envuelto en una sustancia sintética y no inventada por la naturaleza.
Cubierto el pan de mis hijos, me pongo los calcetines, los pantalones, la camisa y un jersey. A continuación, me coloco los zapatos y preparo la bufanda y el anorak para salir protegido al invierno de la calle.
Miedo da leer las etiquetas de cada prenda. Mi cuerpo no va abrigado con fibras naturales, con colores naturales tratados naturalmente. Todo lo más, con una mezcla de naturalismo y síntesis con predominio de ésta última.
Las fibras sintéticas, forman parte inevitable de nuestra vida, salvo que vivas en la selva sin contacto con el resto de la humanidad, en cuyo caso, no me estarías leyendo.
Hay fibras de poliamida, como el nylon y las aramidas; fibras de poliéster, como PET; PLA y PTT; fibras acrílicas obtenidas por polimerización; fibras poliolefínicas, como el polietileno, propileno y los alastómeros ya citados. y también fibras clorofibras o polivinílicas.
¿Y ya está? De ninguna manera, hay nuevas fibras, como los bicomponentes, los derivados del poliacrinonitrilo, las microfibras, las nanofibras y las que en este momento, se estén inventando en los laboratorios del mundo.
La ropa interior comestible, de indudable carga erótica, no deja de ser una anécdota en el campo de la investigación. Los científicos trabajan en fibras inteligentes que revolucionarán aún más el arte del vestir.
A todo esto, hemos de añadir los distintos tintes que llenan de color el paisaje urbano.
Así pues, aseado con los productos descritos en el anterior capítulo y vestido con toda esta sarta de palabrejas, salgo a la calle, satisfecho de respirar aire puro en plena naturaleza. ¡Qué felicidad!
Continuará
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