sábado, 14 de enero de 2017

Un gorrión en la niebla

Hace frío, mucho frío, en la piel y en el alma. Me siento como en un tren, al final de unas vías cortadas en la mitad de la nada.

Sólo un páramo vacío, blanco por la nieve, hermosa, traicionera, sobrecogedora. Sé que no puedo quedarme en el aterrador paisaje, so pena de perder el pulso de la vida, con la sangre congelada.

Miro atrás y sólo veo un paisaje borrado por el blanco frío. Ni una voz, ni un ruido que quiebre el silencio, solo yo, perdido en la nieve. Ni una mano, ni una mirada, ni una sonrisa, solo yo, en la inmensidad de tierras de lobos.

Poco a poco, la bruma de la madrugada que ciega mis ojos, huye ante los primeros rayos del sol y paulatinamente, veo la luz de la esperanza.

Sigo con la mirada unas diminutas pisadas en la nieve. Un aterido gorrión, salta y camina por las "sólidas aguas del frío" buscando un atisbo de energía que no encuentra.

Me inunda la ternura de la belleza sencilla y mis lágrimas quedan prisioneras en las mejillas, como perlas de hielo.

El silbido de un ave de presa alerta mis oídos. Mi respiración echa vaho al éter, como una vieja locomotora en el agreste invierno

Me llega olor a fuego y siento la cercanía de un hogar. No sé dónde,  pero en alguna parte, hay calor para mi piel.

Veo, oigo, huelo, respiro, siento, ..., estoy vivo y tengo ganas de vida.

La luz vence la bruma y veo una casa de madera y piedra. Está hecha de materiales nobles, sencillos y duraderos.

Mis nudillos suenan en la puerta y la hospitalidad se abre. El fuego, rojo y azul, crepita y calienta.

Rozo unas manos que me ofrecen una taza de café caliente. Siento una vida. Noto calor en mi cuerpo. Me embarga el sosiego. Me reconforta el alma. Me vuelve la esperanza y sonrío ante la luz que ilumina mi cara.

Pero solo ha sido un sueño.  El sol ha vencido las tinieblas, pero mi piel está fría y mi corazón late muy lentamente.

Estaba en un tren sin vías y un camino de nieve blanca me mostraba un horizonte sin certeza.





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