Me desperezo, veo una paloma torcaz saltando por las desnudas ramas de mis árboles. ¡Qué bonita es la Naturaleza!
Me levanto, me aseo y me abrigo, con toda la química ya descrita en capítulos anteriores y me preparo el desayuno.
Lleno un bol de muesli sin azúcares añadidos, que además de los cereales, tiene edulcorantes (maltitol, acesulfante potásico), aceite refinado de girasol (¿pero cómo y con qué?), aromas (pero ¿cuáles?) y antioxidante (extracto rico en tocoferoles). El etiquetado advierte que un consumo excesivo puede tener efectos laxantes y que el producto puede tener trazas de sulfitos.
Añado grosellas, moras cultivares y frambuesas cultivadas por mí y congeladas para mis desayunos de invierno. Luego, echo leche fermentada para beber con fresa y plátano, que contiene entre otras cosas, lactosa y proteínas de la leche, jarabe de glucosa-fructosa, almidón modificado de maíz, estabilizante, pectina, sorbato potásico y colorantes como los carmines y la cúrcuma
Mis ansias de adelgazar, se atemperan cuando al rato suenan mis tripas. Tengo imperiosa necesidad de echar algo al monago y rebusco por la despensa.
Corto una rebanada de pan y le añado un sirope americano que es un sucedáneo del maple, o miel de arce. Tiene sirope de maíz, goma de celulosa, aromas artificiales y naturales, caramelo, ácido sórbico y benzoato de sodio como preservatives y me tranquilizo cuando esta palabra no es lo que parece, sino conservante en inglés y finalmente, hexametafosfato de sodio.
Al rato, las tripas tocan un concierto y piden más leña para la caldera digestiva. Intento engañarme con una naranja, que ha sido tratada con ceras, pero no lo consigo.
A la media hora, me hago un té negro con leche blanca, claro y le añado un edulcorante a base de lactosa, estabilizante (celulosa microcristalina), edulcorantes (acelsulfamo potásico E-950 y aspartamo E-951, almidón y L-leucina. Me pregunto cómo es posible que quepan tantas cosas en un minúsculo comprimido y me doy un lingotazo de té.
A las 13 horas, me caliento arroz blanco y le añado unas especias etiquetadas como Simply Asia, americanas, por supuesto, que contiene otra lista de aditivos que me da pereza transcribir a este artículo.
Como proteína, tomo jamón cocido, que afortunadamente, tiene jamón, pero que desafortunadamente, tiene varios cloruros, estabilizantes E 451i, E 420 y E 407. También tiene aromas, antioxidantes (ascorbato sódico y citrato sódico) y nitrito sódico como conservante.
El pobre cerdo, nunca pudo imaginar que le iban a vender como lonchas con tantos potingues.
Me acuerdo entonces de la diferencia entre colaborar e implicarse. Se explica con un plato de huevos con chorizo; la gallina ha colaborado, pero el cerdo se ha implicado
Me tomo un nuevo té, esta vez, con limón y le añado azúcar refinada, porque es blanca, pero el envase no indica con qué y cómo la han refinado. Para añadir un poquito de sólido, me tomo dos galletas Digestive. La lata que las contiene me da consejos como si fuera una parienta a tiempo completo, de esas que comparten hipoteca y mandan fuera y dentro de casa: despídete del ascensor y utiliza las escaleras; bebe agua en abundancia; come fruta y verduras frescas; olvídate del alcohol y del tabaco; duerme un mínimo de 8 horas al día y sonríe siempre que puedas.
¡Pero como voy a sonreír si me quitan el ascensor y me llenan de agua, por Dios! Lo mismo me pasó en mi primer viaje a USA. Recuerdo que desayuné poco y cuando me sirvieron el lunch, era un sandiwch de palomitas de maíz con salsa de frambuesa.
En casa me mandan a paseo. No es que estén hartos de mí, es que quieren que deje de ser un gordito. Me contabilizan 50 minutos de marcha por el pueblo. Sobrevivo y vuelvo a casa con ganas de comer y me preparo la cena.
Preparo un bol grande y pico dos endibias, le añado uno palitos de mar que contienen surimi al 47% (hecho con merluza del Pacífico y abadejo de Alaska. ¿No podían conseguir el pescado más cerca?), almidones modificados, aroma, extracto de cangrejo (curiosamente hecho con crustáceos, soja, molusco y pescado), glutamato de mono sodio como potenciador del sabor y colorante que afortunadamente, es extracto natural de pimentón.
Una vez tomada mi ración de hierba, me tomo un poco de guacamole, que además de aguacate, tiene ácido cítrico, ácido ascórbico, antioxidantes(E 301 y E331), conservados (E202) , aroma de ajo (yo preferiría ajo sin aroma) y cilantro deshidratado.
Me entra el sueño y me voy a la cama satisfecho de haber vivido otro día "muy natural".
Mientras me rindo al sueño, pienso que me gusta comer y que he llegado a la fase de senecto sin bastón y con un toque de colesterol. Pienso que soy lo que se llama, un gordito feliz, al que la parentela le amarga cada bocado que toma.
Sé que como experto en seguridad alimentaria, soy un privilegiado a la hora de seleccionar los alimentos, pero ni aún así me libro de los aromatizantes, los conservadores, los colorantes y los antioxidantes, legales o clandestinos.
Tampoco me libro de los contaminantes físico químicos, como los metales pesados, los plaguicidas, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, los nitratos y tantas otras sustancias que ingresan en los organismos y se van acumulando en nosotros.
En vez de contar ovejitas saltando la valla, pienso en todas las sustancias que me he comido hoy y me pierdo en la negritud de la noche.
Continuará
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