domingo, 26 de abril de 2015

Un abuelo en Ginebra

Los días transcurren intensamente, en clave de abuelo de guardia. Pero poco a poco, conozco cada parque y cada columpio de Ginebra. Paulatinamente, pero sin pausas, aprendo los rincones del vivir diario.

En este tiempo, me he tomado un descanso de creatividad literaria, pues necesitaba desconectar. Pero en 10 días, he leído 3 libros de a millar de páginas cada lomo. También he pisado los márgenes del lago Léman, en su lado francés y en el suizo, e inundado de colores mis retinas, cuando el sol ha trabajado el día.

He visto la vieja Ginebra, donde se encuentra "el territorio Urdanga"; he visitado el Barbier- Mueller, un pequeño, pero excelente museo de arte africano y paseado por las calles de la ciudad, viendo numerosa terrazas adaptadas a las cuestas de su orografía, así como su "Mercado de pulgas"

Si Morgez me ha mostrado un mundo de color, lujo y bienestar, Yvoir, del lado francés, me ha ofrecido una visión medieval, con sabor a brujería, tipismo pesquero, cisnes inmaculados y otra explosión de paz y belleza.

Viendo el mapa de transporte de Ginebra, se comprueba que las líneas urbanas de autobuses, recorren poblaciones de ambos países.

La región, es también parte de la Ruta de Santiago, como puede comprobarse en una de las fotos.

Los paisajes interiores, fuera del lago, nos dejan alegres y amarillas plantaciones de colza y abundantes viñedos y un rebaño de bisontes junto al aeropuerto.

Mucha belleza, paz y alegría, mientras en Katmandú, la tragedia se ceba con los nepalíes.

Rezo por ellos.
  

















































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