martes, 6 de junio de 2017

Etiopía 11. Miedo en Abuma Yemata Guh

Volamos a Wukro para visitar algunas de las iglesias ortodoxas más importantes del tesoro que alberga Etiopia.

Me habían avisado de la dificultad para acceder a Abuma Yemata Guh, que estaba en la cima de una montaña. Según me dijeron, debería subir unos mil peldaños para disfrutar de una joya del siglo VI, con unas pinturas preciosas.

Un religioso nos esperaba a la sombra de un olivo milenario, para cobrarnos la entrada de la iglesia que íbamos a visitar.

Subimos un fuerte desnivel por un pedrizo. De vez en cuando, descansaba, para disminuir la taquicardia y oxigenar mis piernas.

Cuando llegamos a la base de la montaña me pregunté dónde estaba la iglesia. Seguí al guía por un camino rocoso ascendente, que se estrechaba progresivamente. Súbitamente, me encontré en un limitado paso de unos 30 cm de ancho con un precipicio tremendo al fondo.

Esperaba un pequeño trayecto y encontrarme con la iglesia en un recodo del camino. Pero lo que encontré fue una inmensa pared vertical.

El guía sacó una cuerda de escalada y dijo que debía subir atado y con los pies descalzos. Sudaba por el esfuerzo realizado, por el que debía efectuar y por el miedo que se apoderó de mi.

Recordé que un cobarde no es el que siente miedo, sino el que no lo supera. Me quité el calzado, apreté los dientes y comencé la escalada. Inconscientemente, temerariamente.

Utilicé los huecos y agarres para los pies y manos, mientras que orientaban mi subida. Más tarde, bordeé la montaña, sin poder disfrutar plenamente de las espectaculares vistas, por el vértigo que me proporcionaba un precipicio de unos 300 m.

Hubiera dado algo o quedarme a la sombra del olivo, pero ya era tarde. Sólo quedaba la huida hacia delante.

Subí y admiré la iglesia, pero sólo pensaba que aún debía bajar. Finalmente, llegué sano a la base de la montaña y me hice una fotografía junto a mi añorado olivo.


 
 


























 


                                                   Un ave parecía mirar un posible festín.



  

               



 
                                               Un alto en la escalada ya cercana la cima
                                                          Osarios con restos humanos


                                                             Tras la cima de la montaña
 



 
                                                          Por fin la iglesia del siglo VI






 










 
            















                      Otro animal salvaje observando curioso nuestra rara presencia en la montaña
       




6 comentarios:

  1. Cuando el viaje se convierte en aventura y esta se hace peligrosa. ¡¡ Magnífico el relato y las fotos !!!

    Germán

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  2. Si ya es impresionante esa escalada por una pared vertical, no quiero ni pensar con los pies descalzos. ¿no podríais descalzaros arriba?. Enhorabuena por el logro.

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  3. Olé al anciano aventurero!! Por poco caes en manos de carroñeros!! Estoy leyendo muchos artículos me gustan mucho. Los comparto por Centroamérica.

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