Para comprender a los Afar, es preciso contemplar el medio en el que se desenvuelven. Cerca de un millón y medio de ellos, vive en la región del desierto del Danakil, considerado por el National Geographic, como el lugar más cruel de la Tierra. Esta etnia se adaptó a este medio hostil, hace más de 2,500 años y es capaz de sobrevivir a unas condiciones extremas con temperaturas superiores a los 50ºC.
Se convirtieron al Islam, cuando contactaron con los comerciantes árabes, aunque mantienen algunas creencias preislámicas, como considerar mágicos algunos árboles de la zona.
Usan una falda llamada sanafil, llevan el pelo con tirabuzones y usan dagas curvas. Suschozas, llamadas ari, están formadas por ramas y telas.
La mayoría son nómadas y buscan el agua precisa para su ganado: cabras, ovejas, asnos y camellos. Protegen éstos de las fiera,como hienas, guepardos, lobos abisinios, etc., con cercas de espino
En la región de los Afar, confluyen tres placas tectónicas. El terreno está a unos 150 m bajo el nivel del mar y la fina corteza de tierra, facilita la formación de volcanes y de géyseres, que liberan gases sulfurosos y forman capas cáusticas en el suelo.
Una parte de los afar, se dedica a la extracción de bloques de sal, procedente de un extinto mar. Las condiciones de trabajo son muy difíciles y el rendimiento económico inapreciable, siendo los intermediarios quienes se aprovechan del esfuerzo de este pueblo.
Ver sus cuerpos fibrosos, enjutos y ennegrecidos, trabajar en las salinas, o conducir caravanas con centenares de camellos, es todo un espectáculo.
Un pueblo duro, orgulloso, fiero de sí mismo y bastante agresivo, al que hay que admirar con respeto y prevención.
He aquí, las siluetas y colores, de un pueblo curtido en la adversidad, como si fueran hijos, de un dios menor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario