Me encuentro nuevamente en Ginebra. No practico expresamente turismo, sino el noble y reconfortante deporte de dar besos y abrazos a mis hijos y nietos residentes en este paraíso llamado Suiza.
He bordeado en numerosas ocasiones, el lago Leman, admirado su famoso chorro de agua, disfrutado del elegante porte de sus cisnes y visto el cosmopolita ambiente de esta ciudad.
Hace dos días, nos desplazamos cerca de Montreux, en el lado opuesto del lago. Recorrimos los 93 km de ruta por su orilla norte divisando un paisaje realmente hermoso, entre viñedos que han sido declarados patrimonio de la Humanidad.
Pueden observarse preciosas casas en su ladera con excelentes vistas al lago. Un pintoresco tren, efectúa un recorrido que es un regalo para los viajeros.
Tras viajar últimamente por países de escaso desarrollo, he apreciado aún más, el encanto de un país cuya imperfección es precisamente su perfección.
En efecto, Suiza, es un país que funciona como uno de sus famosos relojes. Nada se deja a la improvisación. Todo es orden, limpieza, seguridad, convivencia y disciplina.. .
El resultado es un país donde todo es previsibles, sin margen de improvisación y aventura, tan típica de los países del sur de Europa.
El motivo de nuestro viaje, era visitar el castillo de Chillon, en la comuna de Veytaux que se alza sobre un islote rocoso que era a la vez una protección natural y un emplazamiento estratégico para controlar el paso entre el norte y el sur de Europa.
La historia del castillo está marcado por tres periodos importantes:
El periodo saboyano (S. XII a 1536)
El periodo bernés (1536 a 1798)
El periodo valdense (1798 a la actualidad)
La primera mención escrita sobre el castillo se remonta a 1150 y nos indica que ya controlaba la fortaleza la familia de Saboya y con ello el aso a la orilla del lago.
Los suizos de Berna conquistaron el País de Vaud y ocuparon Chillon en 1536. Durante más de 260 años, el castillo sirvió de fortaleza, arsenal y prisión.
Con la revolución valdense de 1798, los berneses abandonaron el castillo. Al crearse el cantón de Vaud en 1803, este nuevo estado se convirtió en su propietario.
El castillo sufrió diversas modificaciones según las necesidades de sus ocupantes.
Por ejemplo, la capilla privada de los condes y duques de Saboya, fue abandonada durante la reforma protestante, para servir de granero y de polvorín. Ésta recuperó su función a comienzos del S. XIX. convirtiéndose nuevamente en iglesia para los detenidos cuando se transformó el castillo en prisión cantonal.
No faltan dependencias para almacén, bodega, prisión, sala de torturas, capilla, aposentos de los señores, comedor, sala de blasones, torre de defensa, torre de vigilancia, camino de ronda y por supuesto letrinas.
En mi reciente viaje a Etiopía, pude observar las letrinas del castillo del Emperador de Abisinia. Situada junto a su sala privada, las excretas imperiales caían directamente a los sótanos del edificio.
Algo parecido ocurría en este castillo, si bien los desechos orgánicos, caían vertical y directamente a las aguas del lago.
La fría climatología del lugar, con nieves perennes en sus montañas y la humedad proveniente del lago, determinaron la construcción de numerosas y amplias chimeneas para calentar sus frías dependencias
Desde el castillo se observan maravillosas vistas al lago y a los Alpes.
Los antiguos señores de Saboya, no podían imaginar que pasados los siglos, su antiguo castillo fuera visitado por unos 300,000 turistas al año y que por las aguas del lago navegaran yates de recreo y sobrevolaran sus torres en parapente.
Magnífica vista del castillo sobre el lago con los Alpes al fondo
El castillo se levanta sobre las rocas de un islote. Ver el estilo gótico
Una niña observa curiosa las mazmorras del castillo
Comedor
Mirada infantil donde antes miraron los duques de Saboya
Aposentos de los duques
Numerosas chimeneas calentaban el frío castillo
Esquema de las letrinas del castillo
Diversas aperturas defensivas en los muros del castillo, para arcos, arcabuces o cañoses
ritmo de los relojes que no sonaban todas las horas.
Con el tiempo, los suizos se convertirían en expertos fabricantes de
relojes, que marcarían los tiempos modernos y serían un lujo en las
muñecas de los ciudadanos del mundo
Los imponentes Alpes
Un tren circula por la orilla norte del lago Leman y pasa delante del castillo
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