Venir a Ginebra es abrazar hijos y nietos. No es el turismo lo que me trae por estas tierras centro-europeas, aunque aproveche la ocasión de hacer el guiri.
Si nuestros guiris en España son pata-blancas de pieles sonrosadas, aquí, en Suiza, aparte de la multicolor y multicultural fauna diplomática internacional somos los morenos del sur europeo y las oleadas de orientales los que fundamentalmente pastamos los lugares turísticos del país.
Para visitar el Castillo de Chillón: 100 japoneses haciendo cola en la entrada. Para ver el Museo Etnográfico, otros 100 orientales. Si paseas por la ribera del lago Leman, aquello se observan hordas orientales armados con cámaras fotográficas. Y si deseas hacerte una foto junto al reloj de flores, tienes que esperar tu turno y abrirte paso entre los ojos rasgados.
He paseado por el lago haciendo fotos. He fotografiado el famoso Jet de agua, desde todos los ángulos y perspectivas diferentes, incluso desde la misma base, con el consiguiente "chorreo de agua" y nunca mejor dicho.
Mi paseo ha sido el del típico postalero, buscando la belleza por la belleza, sin mensajes subliminales; sólo colores, siluetas y disparos.
Las fotos junto al reloj de flores, tuvo su enjundia. Se trataba de repetir la que me hice en 1971. Naturalmente, pedí a un paseante que me fotografiara.
A mi edad, no soy un consumado atleta; tan solo un inminente setentón con mi colesterito a cuestas. No procedía entregarle mi cámara a alguien que pudiera correr más que yo, ... por si acaso.
No había ningún cojo a la vista, así que recurrí a una joven con tacones altos.
Sus clics fotográficos, repitieron mi historia de hace 46 años.
Huelga decir, que mi aspecto no es el mismo, pero uno se conforma con estar vivo, medianamente presentable y no ser desagradable de ver.
He aquí, los colores que capturé bajo el cielo del verano ginebrino
Fuente con bebedero para pájaros y otro para personas
No hay comentarios:
Publicar un comentario