En un siglo, la mentalidad de los pueblos, ha cambiado mucho; al menos en los países de nuestro entoro socio cultural.
A los rígidos años de principio del siglo XX, siguieron los locos años 20 y luego, los rigidos cuarenta. Ya por los sesenta y tras diversos avatares, las mujeres se fueron liberando de prejuicios y refajos.
Las minifaldas, los bikinis, los tangas, los senos sin sujetador, el top less, las playas de nudistas, cada vez menos tejidos, más piel y aparentemente, más libertad.
Es enternecedor observar la resolución de las avanzadas norteamericanas de la época, para luchar contra la costumbre de beber de sus maridos. Posiblemente, estos bebían para olvidar e iniciativas como estas reforzarían su afición al alcohol.
Con el tiempo, surgieron campañas publicitarias, en las que las personas anuncio, se colocaban sendos carteles, delantero y trasero, para que lo vieran los viandantes.
La lucha por las conquistas sociales, era cada vez más intensa: voto femenino, rebaja del horario laboral, seguridad social universal, mejores condiciones salariales, defensa de la salud pública, noes a las guerras, justicia para todos, presencia sindical en los consejos de administración de las empresas, paridad, aborto libre y gratuito, cambio de sexo gratis y muchas otras reivindicaciones, en las que privaban las pancartas, las pegatinas, los carteles, las pintadas, las manifestaciones, autorizadas o no, ... etc, etc.
Luego se pusieron de moda las camisetas. Todos uniformados con el mismo mensaje, idéntico color, ...., lo que suponía un desembolso sindical importante que previamente, había sido subvencionado por la sociedad vía impuestos..
Pero las nuevas generaciones, no paran en su lucha y lo hacen cada vez con más desparpajo y creatividad. Si se trata de llamar la atención con eficacia y eficiencia, se evitan las camisetas y las pancartas, usando su propio cuerpo para ello.
Bueno, hay casos en que disfrazarse de gilipoyas, a lo Superman en amarillo o de abeja Maya, ha dado un excelente resultado, para obtener las alcaldías, de grandes ciudades españolas.
Ahora se lleva el escrache y la provocación previo uso de las nuevas tecnologías, para la inmediata convocatoria de los manifestantes y de los medios de comunicación social.
La carrera por enseñar los pellejos, empezó hace muchos lustros, de forma que algunas cirugías de ciertas patologías escatológicas, se transformaron en cirugías estéticas.
Recuerdo que en mi juventud, si alguien quería ver algo de piel oculta, debía ver "Helga o el milagro de la vida", en cuyo film, se veía un parto humano. Más tarde, llegaron las " Enmanuelles", los cines de arte y ensayo, las salas X, sin olvidar el Café de la Plata, por ejemplo, en la Calle Tubo, de Zaragoza, o de Revistas, como la de Addy Ventura.
Pero el arte nacional, pronto se incorporó al destape, llegado como un signo de democracia y de libertad. Surgían Nadiuskas y Estradas por doquier, dispuestas a enseñar las domingas al personal.
Ya en el siglo XXI, no es que se hayan liberado de corsés y prejuicios, es que sin acudir a sitios de pellejos libres y danzas sinuosas, estamos expuestos a cualquier tetazo, a un venus o a un calvo.
De tal manera, que quien no tiene una elevada hipoteca o no sufre un escarche o le meten una teta en el ojo, no es nadie en la política, la economía o la sociedad.
Últimamente, las feministas más activas y radicales, la han tomado con el clero, ya sea ortodoxo, anglicano, católico o de cualquier religión extendida en nuestro ámbito social.
Algunas más atrevidas o inconscientes, han osado molestar a los del turbante, sin saber que esa actitud no siempre sale gratis.
En fin, andan las ubres sueltas, mandando mensajes de lucha. Nada que ver con aquellas damas que se negaban a besar los labios de sus maridos, si habían bebido un licorcito.
Pero la vida sigue y de la misma forma que a los locos años veinte del pasado siglo, siguieron los rígidos cuarenta, puede ocurrir que cualquier día, los de la cimitarra, se implanten en nuestra sociedad, les tapen las vergüenzas y les cuelguen el burka.
Es el mundo, que no cesa de girar.
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