Traición en Cataluña

La Vicepresidenta del Gobierno de España, Soraya Sáenz de Santamaria, ha lanzado al Presidente de la C.A. de Cataluña, una clara advertencia: "Ojo con situarse por encima del bien y del mal"

Lo ha dicho, por la clara amenaza del gobierno catalán, de iniciar el proceso de declaración unilateral de independencia de Cataluña.

A priori, deberíamos estar sosegados, sabiendo que se aplicará si es preciso, el  artículo 155 de nuestra Constitución, que prevé la suspensión temporal de una Comunidad Autónoma.

Pero estoy profundamente intranquilo por los antecedentes, por el momento político y por nuestra blandengueria nacional.

Artur Más, juega muy bien las cartas del víctimismo y es apoyado, por un importante sector catalán, educado en el odio a España. Se mueve muy bien en el grueso trazo que separa el bien del mal.

El riesgo de que haya jueces bizcochables, pende siempre sobre nuestras cabezas y el miedo a que una actuación política contundente, exacerbe los ánimos independentistas, parece paralizar nuestro Gobierno Nacional.

La seguridad que irradió Rajoy, cuando afirmó que no permitiría el pasado referéndum catalán, quedó laminada por la celebración de aquella pantomima y desleal política. No tuvo, que yo sepa, consecuencias para los transgresores de las reglas de juego.

El incumplimiento catalán de nuestras leyes nacionales y de las sentencias del Tribunal Constitucional, tampoco ha tenido consecuencias para sus responsables.

El tempus político escogido por los catalanes para las elecciones plebiscitarias, coincide con la posible debilidad institucional española. Justo antes de nuestras elecciones nacionales, con la grave amenaza de ascenso al poder, de partidos anti-sistemas con apoyo de una rosa política, egoísta, errante y desconcertante.

Con estos mimbres, me temo que sólo nos quedará el último muro de contención: el Rey, el garante de nuestra Constitución y de la Unidad de España, en tanto que Jefe de las Fuerzas Armadas.

Que nadie se engañe. Los gobernantes catalanes y su cohorte independentista, quieren romper la unidad de España y ello, significaría la desaparición de la más antigua nación europea.

No hemos sabido actuar con eficacia ante el continuo desafío catalán y están envalentonados ante la tradicional tibieza que han mostrado nuestros gobernantes nacionales. 

No actuamos cuando crearon una encubierta red de embajadas, ni cuando se negaron a aplicar las sentencias de educación del castellano, o pitaron a nuestra bandera y a nuestro himno nacional, por ejemplo.

Ahora estamos en el precipicio y debemos reaccionar. Un proverbio judío dice que:

"Si no vas a morder, no enseñes los dientes".

Pues bien, ha llegado el momento de enseñarlos; de poner pie en pared y de proclamar que hasta aquí hemos llegado.

Necesitamos una sabia combinación de gónadas, neuronas y legalidad.

No podemos traicionar nuestra historia ni a los héroes que forjaron nuestra nación y defendieron su libertad.

Los españoles de a pié, no podemos permanecer impasibles ante la traición que se cuece en Cataluña.

La advertencia de nuestra Vicepresidenta del Gobierno, era necesaria, pero...

¿Acaso hay certeza de que el Gobierno en funciones o el que posteriormente salga de las urnas, pueda o vaya aplicar nuestro ordenamiento jurídico?

¿Disponemos de normas legales que permitan juzgar con contundencia a los traidores de nuestra nación?

En un momento de debilidad política, Marruecos organizó la Marcha verde y le entregamos la administración del Sahara Occidental.

Ahora, estamos en un momento de grave debilidad política, por la pérdida de credibilidad de nuestras instituciones, la crisis económica, la corrupción, la pérdida de nuestros valores y la desintegración intelectual de una gran parte de nuestra población, que tiene la panza ahíta de programas del corazón y macerados sus ideales, en programas basura de televisión.

España está en peligro y los españoles, debemos usar todos los resortes que nos permiten nuestras leyes, para evitar que se consolide una traición en Cataluña.