Había entendido que Suecia tiene 5000 lagos, pero son casi 100.000. No es extraño que allá por donde voy, me encuentre bordeando un lago. No sé cuando estoy en uno o en otro. Todos los que he visto, están rodeados de inmensos bosques de coníferas y abedules, con islotes en su interior, juncos, nenúfares y árboles muertos, pudriéndose medio sumergidos en el agua.
Por todos lados, hay casas de madera emboscadas, generalmente pintadas de rojo ocre. Los densos bosques, tienen rocas con musgo denso y en él pululan osos, alces, ciervos, jabalíes linces e incluso castores, pero difícilmente pueden verse.
Las flores silvestres, decoran el paisaje con mucho color y es fácil recolectar diminutas fresas silvestres que llenan de rojo sabor el paladar.
Más al norte, los bueyes almizcleros enseñorean su paso por los lagos y zonas pantanosas. Aún más al norte, los renos son los dueños de las tierras árticas, pero esta vez, no son mi destino.
Trabajé ante el ordenador mientras el cielo secaba sus lágrimas. Tiré de viejas imágenes y forjé este artículo de transición, ante la probable descubierta por tierras de Noruega.
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