Crónicas de un trotamundos: Suecia 13. La travesía

miércoles, 29 de junio de 2016

Suecia 13. La travesía

Eran las 3 de la madrugada cuando me fui a la cama. Vivir intensamente en Suecia y trasladar mis vivencias al blog me tiene agotado. Saqué unas fotos como testimonio gráfico del sol de media noche.

La mañana se vistió de vida, una preciosa criatura, vino a comerse las flores del jardín.

Fuimos al lago. Tuvimos que achicar el agua acumulada en el bote de las últimas lluvias. Estaba impaciente por pescar de nuevo y repetir la suerte del novato, que el otro día, se tradujo en un lucio de 95 cm.

Buscaba la orilla, donde el lucio se aposta a la espera, protegido entre juncos y nenúfares. Sentí que la caña se doblaba y recogí carrete. Había pescado algo grande y bastante claro, pero esta vez, no estaba contento, sino abochornado. Había pescado.... un abedul enorme, pues el anzuelo quedó enganchado como a 5 m de altura. Mi amigo sueco, muy prudente él, no pudo contener la risa y juntos, reímos más.

Pero la mañana fue espléndida,. La temperatura del lago me produjo un gran bienestar y verme rodeado de gaviotas en un paisaje sencillamente espectacular, fu gratificante.

De vuelta a casa, comimos carne de reno con patatas asadas y mermelada de lingon lime, una fruta silvestre sueca que se recolecta en el bosque. Me extrañó la mezcla culinaria, pero me encantó.

Más tarde, ya en la ciudad de Ed, que se extiende entre dos grandes lagos, disfruté nuevamente de un paisaje extraordinario.

Viajamos unos 50 km más, hasta la turística población de Haverud y nos desplazamos en un viaje de ida y vuelta, que duró 3 horas, hasta Mustadfors, por un inmenso y maravilloso lago, al que llegamos mediante 5 exclusas construidas en 1868.

El viaje, ha representado uno de los días más hermosos que he vivido en los últimos años y nunca agradeceré lo suficiente, la ocasión que me han brindado mis amigos Hans y Kerstin de hacer esta travesía.

A la vuelta, ya cansado y con luminosidad escasa, se nos cruzó en la carretera un eland (alce) macho y unos km más tarde, ya casi en casa, un eland hembra. En ambos casos, paramos para hacer unas fotos, pero no pude enfocarlas con precisión.

En definitiva, un viaje para recordar en la mente y en el corazón unas imágenes inolvidables.

Cedo el espacio ahora, a las fotografías del día. Disfruten los lectores de los colores de este día; merece la pena.

La casa amarilla fue testigo de la pesca del árbol