El día más largo del año, se celebra en muchos países. Es motivo de alegría y signo de renovación.
Las hogueras de San Juan, la marcha sobre los rescoldos del fuego, el baño de noche en el mar y la alegría del sur, no puede compararse con lo que hoy he visto.
En Suecia, las fiestas son tradicionales, de baja intensidad y con mucha dulzura, como su gente. No en vano, es un país que vive lentamente, sin aspavientos y con respeto, equilibrio y armonía.
Lo que he visto y vivido, es dulce y le falta la sal y el nervio del sur, pero ha sido hermoso y entrañable.
Tuve la suerte de colaborar en la decoración del poste central y luego de ayudar ponerlo en pié.
Más tarde, participé en un baile, bien es cierto que como pude. Era una suerte de "corro de la patata", pero en sueco. Reí y reí mucho; me divertí y guardé en mis retinas y en mi cámara fotográfica, las siluetas y los colores de un día irrepetible para mí.
Este es el reportaje de una simpática fiesta sueca, muy lejos de mi país, de mis gentes y en definitiva, de mis raíces latinas y mediteráneas.
Como se puede adivinar, se anuncia tarta con café
En este momento, recordé otras fotos entrañables con rusas con
su traje tradicional dos años antes
Kerstin, Gunilla y Anne
Una de estas señoras, no es sueca
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