jueves, 23 de junio de 2016

Suecia 3. El lago de la paz

 Hoy ha sido un día tranquilo, de oxígeno, paz y libertad.

Iniciamos la jornada con un variado desayuno con más de 5 clases de panes, yogur, numerosos cereales, miel blanca sueca, jamón, té, café e incluso sobaos pasiegos y quesadas. Pero lo más sorprendente, fue una sandía española un tanto jibarizada, pues no era más grande que un pomelo.

Hans y Kerstin, tienen un cuñado que fue agregado militar en la Embajada de Suecia en Moscú y les regaló dos matriuscas: la tradicional y otra, conteniendo casi todos los líderes de la Madre Rusia, desde la Revolución de octubre: Vladimir Lenin, Iósif Stalin, Nikita Jrushchov, Léonid Brézhnev, Yuri Andrópov, Konstantin Chernenko, Mijail Gorbachov, Boris Yeltsin y Putin

Tras fotografiarlos, me di una vuelta por el jardín, para capturar la grandeza de la naturaleza, en los pequeños detalles del jardín y el campo limítrofe.  Perseguía los colores florales, a veces, de difícil captura, pues el viento los movía a rachas, pero no desdeñaba una abaeja o una mariposa que se pusiera en mi camino.

Más tarde, navegamos por un lago limítrofe en un bote con motor. Todo iba bien hasta que llegamos al extremo opuesto del lago. Antes había preguntado qué distancia tenía entre los extremos y me dijeron que aproximadamente, dos kilómetros.

Fotografié árboles muertos en su lucha por la vida, plantas similares a los nenúfares de incipientes flores amarillas, diversas plantas acuáticas similares a los juncos, algunas islas pequeñas, cuajadas de coníferas e incluso un pequeño islote donde estaban criando unas aves acuáticas.

Tomamos un tentempié en tierra y disfrutamos del placer del silencio, la luz y de las limpias aguas del lago.

Naturaleza, comida, amigos, paisajes,..... todo era perfecto, hasta que llegó el momento de volver a casa.

El motor no arrancó y hubimos de recorrer el lago remando casi hasta el destino final. Supe entonces, que la longitud del lago, equivalía a 2 callos en las manos y una uña amoratada de un golpe con el remo.

Por ironías del destino, conseguimos arrancar el motor, cuando ya veíamos nuestro lugar de atraque.

Una siesta, una comida, otra somnolencia y una cena. No es que coma en exceso, pero sí con el desorden del que se guía por la biología y no por el reloj.

Los tres jubilados de la casa, no diferenciamos desayunos, lunchs, comidas cenas o meriendas. A ratos, repasamos juntos nuestras vivencias de nuestro común pasado en Mauritania y nos congratulamos de habernos localizado más de cuatro décadas más tarde.

Mi viaje no es especialmente turístico, sino de sentimientos, nostalgias y abrazos encontrados, pero veremos paisajes, recorreremos caminos, pescaremos o al menos, intentaremos engañar algún lucio, y si se tercia, haremos una incursión en la cercana Noruega que casi se huele y se toca desde el idílico lugar donde vivo.

Expongo a continuación, los colores y las siluetas del día y tal vez, as enriquezca más tarde, con las fotos que me han hecho desde otra cámara.





                                               



 

 
 

 






 


 
 


 




 

 




 











                                                                                         









                                                                                                                             










 

 







 



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