No han sido trabajos hechos exclusivamente desde el sentimiento, sino también desde la meditación de un ser humano cultivado, que ha tenido experiencias vitales.
He escrito con humor y amor, nostalgia y ensoñación, sobre política, fauna, viajes, seguridad alimentaria y muchos asuntos más, con un profundo respeto por la vida.
Como veterinario y amante de la naturaleza, me he ocupado con devoción y cariño, por los animales. De hecho, el artículo que con mucho, ha tenido mayor número de lecturas, ha sido:
"Entre bichos", de 30 de julio de 2015.
He visitado numerosos zoológicos del mundo: Madrid, Hamburgo, Detroit y París, por ejemplo. En los años 70, contribuí incluso ampliar el de Nouadhibou, en Mauritania y poco faltó para trabajar en el Zoo de Madrid y en el maravilloso Parque natural de Cabárceno, en Cantabria, aunque todos ellos no fueren más que sucedáneos de lo que siempre fue el gran sueño de mi vida:
Trabajar como veterinario en una reserva de animales salvajes en África.
El destino estaba escrito y mi gran vocación no llegó a término, pero he tenido ocasión, de una u otra forma, de conocer una gran cantidad de fauna salvaje en su hábitat natural.
Por ello he escrito abundantes crónicas viajeras, en las que he mostrado fotografías con numerosos animales: bisontes europeos, fenecos, gacelas, koalas, dragones de agua, dingos, alces, canguros, águilas, camellos, alpacas, llamas, serpientes, y tantas otras maravillas de la naturaleza.
Próximamente, tendré ocasión de ver renos y disfrutar también, de la noches blancas durante mi estancia en Noruega y Suecia.
Este viaje al gran norte, es un lugar pendiente, en la brújula de mis pisadas, pero no es el gran sueño de mi vida. Tal vez, quede prendado del salvaje paisaje, como ya me ocurrió en el invierno canadiense, donde se me heló hasta el pensamiento, aunque esta vez, sea en el verano ausente de nieves
Pero mi gran sueño, no está en tierras de alces, osos, lobos y renos, sino en el delta del Okavango al sur del sur, en las inmensas sabanas y desiertos africanos, rodeado de grandes manadas de antílopes, ñús, cebras, elefantes, jirafas, rinocerontes, cocodrilos e hipopótamos, en salvaje libertad, en la vida y en la muerte, de comer o ser comido, en la batalla por la supervivencia y la selección natural.
Y también sueño con la fauna asiática, con elefantes, tigres, orangutanes, pandas y espléndidas aves de la selva.
Sin embargo, los viajes y la evolución personal, han despertado en mí, otras inquietudes por la gran aventura humana.
Si durante mi juventud africana, conocí peuls, harratines, imraguens y hasaníes en Mauritania; rifeños en Marruecos, saharahuis en el Sahara Occidental, o kabileños y touaregs en Argelia, tuve la suerte de conocer más tarde wolofs, mandingas y otras tribus en Senegal, Gambia y Guinea Bissau o angolares y caboverdianos en Sao Tomé e Príncipe.
Mi afición a coleccionar objetos étnicos africanos, acentuó en mí un interés por la etnología. cuyas raíces se hunden en mi adolescencia, cuando abandoné las novelas de Julio Verne, para abrazar contra mi pecho, una antigua enciclopedia de Razas del mundo, de finales del XIX o la más reciente enciclopedia de Pueblos de la Tierra, del último tercio del siglo XX.
Ahora, mi mente se debate entre mis vocaciones faunística y etnologíca. Por eso, mis sueños se ciernen también sobre las tribus del mundo.
Sueño con el sur de Etiopía, el único país africano que nunca fue colonizado y conserva por tanto, la pureza de sus raíces étnicas y su cultura. Mursis, konsos, hammers, erbores, karos y tsemays, son para mi un atractivo irresistible, a pesar de que estas tribus, están asentadas junto al río Omo, donde el paludismo y la enfermedad del sueño por una parte y la inseguridad ciudadana de una zona limítrofe con Sudán, Somalia y Eritrea, aconsejan bastante prudencia
Sueño con Namibia / Bostwana y los bosquimanos del desierto del Kalahari. También y aquí sí que hablamos de palabras mayores, sueño con Nueva Papúa Guinea, cuya lejanía, carencia de infraestructuras, grave insalubridad y peligrosidad de algunas tribus, que pudieran practicar aún el canibalismo, exigen un elevado nivel de arrojo e inconsciencia para acudir al "paraíso de las aves del paraíso"
Sueño con Indochina y el cultivo de arroz en bancales excavados en las laderas de las montañas, en su cultura y tradiciones milenarias, el color azafrán de sus túnicas y su misterio.
Sueño y sueño mucho. Pero el mundo es muy grande, la vida es corta y en la mía ya le he dado muchas vueltas al reloj de arena.
Soy consciente de que debo seleccionar la geografía posible, por tiempo, dinero, seguridad e interés. Y por eso, sueño con el río Omo de Etiopía, el delta del Okavango en Botswana e Indochina.
Después, tendré tiempo, tal vez, de acariciar las piedras cercanas del románico español, las encaladas paredes de los pueblos blancos o navegar las aguas de Venecia, pero esas son experiencias reservadas a mis tiempos de cachaba, toses y reumas.
Mujer Peul
Harratines
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