lunes, 22 de abril de 2019

Yunnan, China. Capítulo 10. Weishan y Donglianhua

Dormimos en Weishan, una población que esconde tesoros naturales y culturales de gran interés, en un territorio donde son mayoritarias las etnias Yi y Hui.

Se trata de una ciudad fortificada, con arquitectura de la dinastía Ming y Qing, que posee cuatro puertas, cada una de ellas orientada a un punto cardinal., así como dos torres emblemáticas, la Gongohen y la Xingggong. 

En sus alrededores, se encuentra Weibaoshan, una montaña sagrada taoísta, salpicada de templos. 

Incapaces de ingerir un desayuno chino a base de enormes cuencos de arroz, habíamos improvisado durante varios días desayunos europeos, de café, leche y pastas. Sin embargo, descubrimos un pequeño tesoro y compramos una masa frita con aspecto y sabor a churros, que nos colmó de alegría.
Fuimos al mercado de la ciudad con nuestros estómagos satisfechos y nuestras mentes dispuestas a empaparnos de la vida diaria.

Las exóticas frutas y verduras del país, regalaron nuestros ojos. La abundancia de pasta, nos recordó que fueron los chinos quienes las inventaron y Marco Polo, quien llevó el la idea a Italia. 
Observamos una cocina al vapor en una cacerola de ocho pisos, huevos cocidos con los embriones a medio desarrollar, la "mano de Buda", el famoso cítrico con dedos y las amenazantes comidas picantes

Puestos de gallos vivos, hígados desecados, como si fueran bacalaos, grasientas salchichas casi sin carne y caramelos de todos los colores, cerraron nuestro pintoresco paseo por el mercado.










Huevos embrionados y cocidos
Hígados desecados



Vimos sendos murales en la puerta de la torre Xingggong, uno de color fresa y otro de color limón, que resultaron ser esquelas. Tras la torre, vimos numerosos comercios de ropa y pensamos en los regalos de nuestros seres queridos. Era fundamentalmente ropa de algodón, cáñamo y lino, pero no observamos piezas de seda. 

Vimos un reportaje fotográfico de pre-boda así como diversas esculturas callejeras, en bronce con escenas cotidianas chinas  












Nos dirigimos entonces a la Montaña sagrada de Weibaoshan, un importante centro taoísta.  Los monjes taoístas, se establecieron allí en el siglo XII y construyeron numerosos templos, de los que quince pueden visitarse. Para ello, hay que hacer un largo recorrido de montaña que requieren un esfuerzo muy importante. 

Ascender por la montaña, para comprender la compleja mitología y la simbología taoísta; visitar los templos y ver las imágenes tan extrañas como poco atractivas que contenían en su interior,  no fue para mí lo mejor de mi viaje a China. Sin embargo y para hacer justicia al lugar, la belleza del paisaje y la ausencia de turismo masificado, hizo que el recorrido por la montaña, fuera un místico remanso de paz. 
                             

                             
                        Sobre el simbolo del Ying y el Yang





                    Camelio de 400 años y un hermoso símbolo taoísta 
Singular servicio higiénico unisex 


Abandonamos el lugar para dirigirnos a Donglianhua, una de las áreas más musulmanas de China. Los habitantes de la zona, pertenecen a la etnia Hui, que proviene de los guerreros musulmanes del ejército mongol que conquistó Yunnan (S. XIII). 

Desde que llegaron a Yunnan, los Hui, tuvieron una vida  itinerante y dominaron el comercio de caravanas en el suroeste de China, creando redes de comerciantes que se extendieron hasta el sudeste asiático. 

Tuvimos ocasión de visitar la población, ver el exterior de su mezquita y fotografiar su interior, aunque no nos permitieron entrar en ella. Sin embargo, pudimos visitar el centro social anexo a la mezquita, incluida su escuela, visitar el Museo de las caravanas y la Mansión de los mercaderes Maruji, de gran interés etnográfico.

Degustamos un delicioso té a la menta,que me recordó a mi vida en el Sahara y accedimos a un comercio de ámbar. Tambien confraternizamos con una familia Hui que resultó ser extremadamente paciente y agradable con nosotros. Fueron un claro ejemplo, de que por encima de los rasgos raciales, las diferencias culturales y las distintas creencias religiosas, los seres humanos tenemos sentimientos comunes que nos unen cuando nadie envenena nuestras mentes. 

Interior de la Mezquita
                              Con el guardián Hui del recinto
 Museo de las Caravanas
 Escuela musulmana
                     
Paisaje de la ciudad desde la escuela

Mansión de los mercaderes Maruji


Bello colgante de ámbar





Marchamos entonces hacia Dali, pero esa será otra crónica de viaje





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