jueves, 25 de abril de 2019

Yunnan, China. Capítulo 12. De Shaxi a Lijiang

Por la mañana temprano, visitamos relajadamente Shaxi. Era una bonita población e hicimos bellas fotos no exentas de melancolía.

Durante nuestro deambular, observé dos curiosos detalles: en la oficina local de correos, tenían gafas a disposición de los clientes con problemas de visión cercana y había un árbol centenario, con un gotero parecido al que se utilizan en los hospitales con los enfermos.

Fotografié las bellas,"piedras" del lugar, en forma de edificios, puentes y callejuelas, pero añadiéndoles vida con mis compañeros de viaje y una encantadora transeúnte, que embellecía aquellos momentos.

Sentí placer compartiendo aquél lugar con mis compañeros. 

Ana y Álvaro habían sido colegas de trabajo durante muchos años y había viajado con ellos, a Vietnam, Camboya e Indonesia. Eran amigos de probada solvencia y camaradería. 

Ángeles y yo, habíamos compartido antes, los viajes de Indonesia, India y Nepal. Afable, generosa y siempre positiva, era un valor seguro de solidaridad y convivencia por lo que sentía hacia ella, un entrañable afecto de amistad.   


 










   
Partimos de Shaxi en dirección a Lijiang. En nuestra ruta, visitaríamos los Montes de los "Tesoros de Piedra" de Shibaoshan, para ver el Templo de Baoxiang, la Roca del Paso del León y el Templo de las reliquias de Shinzhong.

El vehículo nos dejó en la cima de una montaña. Debimos descender por ella a través de un empinado y estrecho sendero, a veces, extremadamente resbaladizo. En el camino, observamos algunos grabados milenarios en sus rocas y nos deleitamos con la paz y belleza del paisaje. Una vez abajo, debimos emprender una fuerte subida hasta el Templo de Baoxiang. No fue fácil; había dormido muy poco y desayunado escasamente, además, aún no estábamos acostumbrados a la ya notable altitud del terreno. Sufrí un pequeño desfallecimiento y retrasé momentáneamente la marcha de mis compañeros.





Tras disfrutar de aquél maravilloso lugar, emprendimos ruta hacia el Templo de las Reliquias de Shizhong. Nuestro vehículo nos llevó a la base de la montaña donde se ubicaba, pero antes, comimos al aire libre en molesta competencia con ls monos del lugar. Había casi una cincuentena y sabían robar comida a los incautos peregrinos que cruzábamos su territorio.

Intentamos comer arroz con huevos y patatas fritas. En la mano derecha, teníamos los palillos para comer y en la izquierda, un largo palo para que los monos no comieran nuestro tesoro. Como no teníamos una tercera mano para sacar fotos del momento, carezco del testimonio gráfico oportuno.

Mientras estaba distraído espantando un mono por mi izquierda, otro alargó su mano bajo mi brazo derecho y me robó las patatas fritas., por lo que finalmente, decidí comer de pié. 


El ascenso de la montaña, no era muy duro, pero sí bastante incómodo, pues debíamos pasar entre dos hileras de monos que nos incordiaban apostados a cada lado del camino.  
El lugar era hermoso. Una vez más, el ser humano había dejado su huella en un lugar inaccesible, llevado por el afán de una fe. 


 



Descendimos pasando por un gran árbol abatido por el viento. Nuestro próximo destino, Lijiang, tras pasar por Jianchuan, un lugar famoso por sus escultores de madera.









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