jueves, 18 de abril de 2019

Yunnan, China. Capítulo 5. De Kunming a Jianshui

Había enmarcado nuestro viaje, en la modalidad, mochila, piernas y corazón; un periplo hermoso, a recorrer con tres grandes amigos para compartir esfuerzo, descubrimientos y emociones. 

Ya había viajado a otros países de Asia, con Ángeles, Ana y Álvaro. Sabía que nuestro grupo era contrastado y cohesionado; un valor seguro en tierras extrañas. 

Llegamos a Cantón, China, en un avión repleto de ojos rasgados y escasos occidentales.
Nuestra entrada en China, no fue fácil; los controles de seguridad fueron excesivamente rigurosos y casi perdimos el último vuelo hacia  Kunming, la capital de Yunnan.
Veníamos con curiosidad y avidez de espíritu; éramos como esponjas mentales prestas a empaparse de aventura, misterio, exotismo, espiritualidad, colores, sentimientos y paisajes del sudoeste de China.
El viaje había sido largo y duro, pero habíamos llegado al "País al sur de las nubes", que es lo que significa Yunnan. 
Íbamos a ver y vivir, reflejos de ondulados arrozales, gigantescas y nevadas montañas, el mítico río Yantzé, con sus meandros, magníficos cañones y sobrecogedores rápidos que empequeñecerían nuestro ser, pero elevarían nuestro espíritu. 


Durante el camino, nos perderíamos por el Bosque de Piedra, los impresionantes picos rodeados de dorados campos de colza y tierras cultivadas con tal mezcla de colores, que una vez, un poeta afirmó: "Aquí perdió Dios la paleta con la que pintó el mundo"

Aún cansados del viaje, nos dispusimos a visitar Kunming, la "Ciudad de la primavera". 
A señalar que los chinos tienen una elevada vena poética y bautizan sus lugares, con nombres de pura fantasía, como podremos ver en mis próximas crónicas de viaje.
Deambulamos al principio, por una aglomeración urbana sin duende, sin alma, sin campanillas en mis oídos, ni colores en mis retinas ..., pero súbitamente, vimos un lago, flores, cerezos ornamentales... y el cielo se abrió a la alegría de un pueblo sencillo y sociable.
Nos sumergimos en música, bailes y un mundo de sonrisas, ritmos y colores, preludio del sueño que a partir de entonces, sería nuestro viaje. 
Estábamos en el Parque Cui Hu, donde los fines de semana, se reúnen los lugareños con sus trajes típicos para cantar y bailar.

Caí rendido en la cama del hotel. Era como la de un faquir, pero sin pinchos, y aún así, fue un lujo volver a dormir en horizontal.
Nos levantamos al amanecer, nos ataviamos con pantalones de travesía y calzado para "suelos sufridos" y nos dispusimos a recorrer Yunnan, durante dos semanas, por cuatro de sus cinco Patrimonios de la Humanidad. 
Aquél día, nos esperaba la Aldea de Tuanshan, la antigua estación francesa de tren a Vietnam, el Puente de Shuanlong y finalmente, la Ciudad vieja de Jianshui.
Fue una agradable jornada, pero nuestras expectativas eran tan elevadas, que la juzgamos como un día de transición hacia próximas experiencias aún más impactantes.
Buscábamos la China tradicional y profunda, sin embargo, nuestros primeros contactos, parecieron indicar lo contrario...

 ... Pero rápidamente, respiramos la atmósfera que deseábamos
 


Los jóvenes chinos, suelen hacerse fotos antes de la ceremonia de boda. A lo largo de nuestro viaje, observaríamos varias parejas, haciéndose su correspondiente reportaje fotográfico. 

 Serena lectura de un anciano en el Parque Cui Hu
  Ana y Álvaro, mis antiguos colegas de trabajo, compañeros de muchos viajes y entrañables amigos, siempre juntos, como "siameses sentimentales"   
Hicimos un alto en el camino para visitar Xingmen, una pequeña población, cuyos moradores descienden de un asentamiento mongol, de cuando este pueblo dominó China. Pudimos ver sus casas de adobe, sobre un basamento de troncos de árbol clavados en la tierra y un aislamiento de piedra.
Vimos por primera vez, cómo adornan los chinos las entradas de las casas, haciendo alusión a la felicidad, al dinero y a la buena suerte, así como a la representación gráfica de los Guardianes del hogar. 
En aquél pueblo, las calles carecían de diseño urbanístico y eran frecuentes estrechos senderos entre las casas. Las ventanas, eran en muchos casos, pequeñas aberturas al exterior, desvencijadas por el paso de la historia, confiriendo al lugar, un halo de autenticidad y abandono, que afortunadamente, están restaurando. 



El día anterior a nuestra visita, se había celebrado una fiesta en la sede del Partido Comunista del pueblo. Pudímos ver, cómo  algunos miembros del partido limpiaban los enseres utilizados en la comida
Cuando planifico un viaje, hago un mix de piedras, flores,  patas y plumas, es decir, monumentos, paisajes, fauna y personas. Me interesa todo, pero mi tendencia natural, es retener con mi cámara fotográfica y mis retinas, la Naturaleza, los rostros, las almas, las siluetas y los colores de los diferentes grupos étnicos humanos cuyo modo de vida, se extingue inexorablemente.. 
No sentía pues, especial interés por la antigua estación de tren que comunicaba China con Vietnam, sin embargo, retrocedí a la época de su uso y esplendor y pude entonces reconocer su encanto.
Por un momento, evoqué otro mítico transporte, el llamado "Tren de juguete", con locomotoras de carbón circulando por vía estrecha, en el que viajé entre verdes campos de té e impresionantes montañas, al pié del Himalaya, en Darjeeling, en el nordeste de la India. 
En las siguientes imágenes, la estación de tren y mis entrañables amigas Ana y Maria Ángeles







El puente de Shuanlong, es una bella y tradicional construcción 

Resultado de imagen de puente shuanglong








La vieja ciudad de Jianshui, nos esperaba con sus piedras milenarias, su ambiente tradicional y su exótica belleza. 
Data del periodo Jin del Oeste y está situada en la llamada Ruta de la Seda del Sudoeste de China, más conocida como "Antigua ruta del té y los caballos". 
Esta ruta, fue considerada estratégica por las diferentes dinastías de Yunnan, como Ningzhou o Nanzhao, pues servía para controlar a los viajantes y comerciantes que se dirigían a Vietnam.
Jianshui, que significa "Agua establecida", fue un activo centro político y militar durante la Dinastía Central Yuan mongol, durante el S. XIII.
Nos alojamos en una casa tradicional transformada en hotel, que reflejaba el exotismo y el encanto de la vieja China. En el vestíbulo del edificio, se encontraban sendos pares de zapatillas, que fueron usadas por mujeres del pasado siglo, para impedir el crecimiento de los pies y alcanzar así, el perfil de belleza de la época.



Visitamos el "Templo de Confucio", que fue construido en 1285 y desde entonces, han acudido  a él, eruditos y sabios de todos los lugares del país.



Los chinos, cuelgan rojas tablillas de madera, que contienen deseos y promesas. Poseo una tablilla, que escribieron para mí en su idioma, y que no muestro por no mostrar mi intimidad.




Durante el paseo por los jardines del Templo, encontré una adolescente con su uniforme escolar. Era como una porcelana, muy femenina y delicada y representaba fielmente, a mi juicio, el prototipo de belleza oriental 


  La ciudad alberga igualmente "Los Jardines de la familia Zhu".
Mientras esperábamos la hora de entrada, compré unos deliciosos nísperos a un vendedor y luego, me permitió probar el tradicional sistema de transporte chino.


La Mansión Zhu, era un gigantesco palacio donde se alojaban unas 300 personas, incluyendo la familia, los invitados, sus numerosos sirvientes e incluso las concubinas del jefe de familia.
Cuenta con muchos e intrincados patios interiores y unos magníficos jardines, con espléndidos lagos e incluso un teatro maravilloso. 
La mansión fue utilizada como hospital co ocasión de los sangrientos sucesos acaecidos a finales del pasado siglo, en la Revolución cultural China.
Cuando quise abandonar el lugar, me perdí en el aquél laberinto y a pesar de preguntar por la salida a visitantes y empleados, tardé mucho tiempo en encontrarla, pues nadie hablaba otro idioma que no fuera chino 







"La Torre de Chaoyang", o "Torre que hace frente al sol".se encuentra en el límite de la ciudad vieja con la nueva y es la única que se mantiene en pie, pues las otras tres que había, se derrumbaron debido a los fuegos de la guerra y a las inclemencias del tiempo.


Al traspasar la puerta, pudimos ver la ciudad nueva de Jianshui,  presenciar un pintoresco mercado de aves canoras e incluso un improvisado juego de Damas chinas.


 Cuando retornamos a la ciudad vieja, disfrutamos viendo las viejas casas de madera, con preciosas y policromadas tallas en sus artesonados. Igualmente, vimos algunas estatuas de bronce en sus calles, representando escenas cotidianas del pasado. No sería la única ciudad donde observaríamos esta demostración cultural.





Terminada nuestra visita a  Jianshui y sus alrededores, viajamos hacia Yuangyang, para ver los famosos campos de arroz en terrazas, hechos durante siglos, por las etnias Hani y Yi, catalogados como Patrimonio de la Humanidad 






















  







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