domingo, 28 de abril de 2019

Yunnan, China. Capítulo 14. Shangri Lá

Zhongdian, se llama Shangri-La tras la publicación de la novela "Horizontes perdidos" en 1933 por el autor británico James Hilton.

El escritor evocaba en la novela un lugar imaginario exótico de Oriente. Por extensión, el nombre de Shangri-La se aplica para describir cualquier paraíso terrenal, pero especialmente, a una utópica tierra de felicidad permanente del Himalaya, aislada del mundo exterior. 

La novela, describe Shangri-La como un valle místico y armonioso, donde las personas viven cientos de años y envejecen lentamente, siendo un refugio idílico y sagrado para los budistas.

Shangri-La está situada al noroeste de la provincia de Yunnan. La mayoría de sus habitantes son de etnia Tibetana, aunque también hay entre ellos miembros de las etnias Naxi, Lisu y Yi.

Para llegar a Shangri-La hay que atravesar zonas cercanas a los  4000 m de altitud, donde el viento y la nieve, encojen el alma incluso en los días de cielo azul y se pueden ver tibetanos de cara curtida, hechos al frío y a la dureza del paisaje.

Shangri-La es posible visitar monasterios budistas; rodear sus estupas, en el sentido de las manecillas del reloj; divisar tejados dorados reflejando la luz del sol; ver cientos de banderas de colores azotadas por el viento y contactar con budistas con sus túnicas granates y toques de color azafrán.

Todo esto se cumplió cuando visitamos el monasterio de Songzanlin, un gran y hermoso recinto en el que se respiraba silencio, espiritualidad y paz.

Siempre he creído que el paraíso es como una isla a la que se accede por diversos puentes, que son las diferentes filosofías y religiones que elevan nuestros espíritus, nos reconforta y nos hacen ser mejores personas. 

Uno de esos puentes, es el budismo y el Himalaya es la gran cordillera desde la que emanan las enseñanzas de esta forma espiritual. No era la primera vez que tenía un contacto con el budismo. Había visitado previamente centros budistas en Vietnam, Camboya, India, Nepal e Indonesia.

Katmandú, en Nepal y Shangri-La en China, son los dos lugares con los centros budistas más importantes, que he visitado.

Tuve ocasión de visitar una aldea tibetana y compartir unos momentos, con dos parejas de novios que hacían su reportaje fotográfico prematrimonial junto a una estupa.

Ambas parejas, tuvieron la amabilidad de dejarme posar con ellos. Una de ellas, me impresionó por su autenticidad y misticismo, con una presencia y una actitud, que parecía desafiar la dureza del entorno con la fuerza y el fervor de sus antepasados.

Nos desplazamos luego al lago Napa. Se trata de una reserva natural situada en el valle de una meseta de alta montaña, a 3270 m sobre el nivel del mar, más o menos, la altura del Aneto, la montaña más alta de nuestros Pirineos.

El lago está rodeado por altas montañas con nieves casi eternas, de las que salen 12 ríos que desembocan en él.

El lago tiene extensos humedales pantanosos que cuando se secan, son un excelente lugar para ánsares, gansos, patos comunes, garzas, buitres y águilas de cola blanca.

Tuve ocasión de ver rebaños de yaks y caballos. Durante nuestra visita, la hierba era casi inexistente y los animales, ramoneaban lo poco que había. Estaban delgados y tenían el pelaje ralo.

Fue muy difícil acercarse  a los yaks. Estaban medio asilvestrados y mi cercana presencia, les generaba una actitud de defensa, y uno de ellos, se volvió agresivo. Me aproximaba a ellos extendiéndole mi mano para que la olieran y se calmaran, pero terminaban por huir.

Alquilaban caballos para pasear por el lago, pero no era ese mi objetivo. Mi interés era montar en un yak. Tuve que preguntar en un par de aldeas tibetanas cercanas al lago y fue muy complicado. Finalmente, tuve la fortuna de montar en uno.

Cuando un tibetano muere, es incinerado; expuesto como carroña a buitres y cuervos o descuartizados y echados al lago Napa, para que coman sus restos los peces. Por razones evidentes, los lugareños no pescan los peces del lado.

El viaje había tocado a su fin. Al día siguiente, volaríamos desde Shangri-La hacia Kunming y desde allí, volaríamos hasta Pekín, para volver de nuevo hacia el oeste, en vuelo directo hasta Amsterdam.

 
 


 



  
   


  

  



 







  
    




  
   







 



 












































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