sábado, 21 de febrero de 2015

La Reunión. Capítulo 1 . Sueño de un paraíso

Mis entumecidos huesos, ansían el calor del sur. El gélido viento, la pertinaz lluvia y la nieve en las bmontañas, me incitan al viaje.

Es verdad, los días se alargan y "pronto llegará la primavera", pero aún quedan tiritones que sufrir.

Me voy al sur, del sur, del sur, a ver nuevos paisajes en un mundo de selvas impenetrables, profundos barrancos, mágicas cascadas, activos volcanes, como el Pitón de la Fournaise, peligrosos tiburones, entre ellos, el "gran blanco" y unos molestos y peligrosos mosquitos tigre.

La cruz de mis desplazamientos de vida, tiene a Canadá, como mi hito más al norte; Sao Tomé é Príncipe, como mi marca del sur; Michigan, como mi mayor oeste y la Rusia asiática, como el más lejano este, que jamás he hollado.

Pero esta vez, marcho a "descongelarme" a la isla de la Reunión, en el océano Índico, crisol de razas, culturas y tradiciones. 

Ya me han roto dos maletas desde que me he jubilado. Las cargo de ilusiones, curiosidad, ganas de mundo, necesidad de vida y ansias de amistad, más allá de mis horizontes conocidos.

No se trata de ociosos viajes, panza al sol, sino de inmersión en familia, a cambio de mi solidaria colaboración. Es verdad, que otras veces, mis esfuerzos tienen mayor sesgo social, pero esta vez, se trata de mejorar el diseño y ayudar en el mantenimiento, del tropical jardín de una familia.

Ocuparé mi tiempo, entre flores del paraíso, árboles de canela, hibiscos, palmeras y muchas plantas más. Disfrutaré de increíbles y agrestes paisajes; me acercaré a la magma de un volcán, hasta donde la prudencia me lo permita y evitaré los tiburones, como exige el pavor que les tengo.

Y volveré, a cuerpo tostado, a retinas trabajadas, a alma repleta de recuerdos y a corazón enriquecido por los abrazos de otro mundo.

Salgo con mi ordenador; el fiel compañero que sufre las yemas de mis dedos. El que casi siempre obedece los impulsos de mi corazón y plasma en la pantalla mis pensamientos. Mi afán de escritura, ha encontrado un paraíso personal, llamado "Crónicas de un trotamundos" y mal irán las cosas, si no envío desde allá, las crónicas de mi nuevo viaje.

Cada día, escribiré las experiencias vividas y mis impresiones. Me encantaría que vivieras conmigo los caminos del sur y me concedieras el privilegio de tu tiempo, de tu curiosidad y de tu amistad.















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