Sueño con la ruta Transafricana, (del Mediterráneo al Cabo de Buena Esperanza), pero la música que suena en mi alma es Farewell Slavianka, una búlgara y antigua canción, que suena en la moscovita salida del Transiberiano.( https://www.youtube.com/watch?v=r7avPl6jB5w&list=RDr7avPl6jB5w).
La Transafricana, tiene diversas vías y variantes, como puede verse en el mapa. Sus principales inconvenientes, son las dificultades del terreno, las condiciones del clima, las inestabilidades políticas, la inseguridad jurídica, la obtención de múltiples visados, las enfermedades tropicales y los "imprevisibles imprevistos". Es preciso un trabajo previo de equipo, escoger el mejor camino y el mejor momento; hacer un seguimiento previo y concienzudo de la situación política de cada área geográfica y estar preparado para las múltiples contingencias.
En otros países europeos, con mayor experiencia en esta ruta, existen teóricos expertos, que pueden asesorar e incluso organizar una expedición. Pero es preciso asegurarse previamente de su solvencia y sopesar el presupuesto del viaje.
El Transiberiano es sin duda, una opción más segura y dependiendo de las tendencias viajeras de cada cuál, puede que incluso más interesante. La ruta inicial, empieza en Moscú y acaba en el Mar de Japón. El precio está tasado, las paradas y las visitas, también están previstas. La clase económica, que tampoco es tan barata, se hace en compartimentos de 4 personas, por lo que la confianza, la convivencia y la ausencia de "monos roncadores", son exigencias mínimas de bienestar y éxito.
La inmensidad del territorio a recorrer, ofrece la posibilidad de optar por el Transmanchuriano, o por el Transmongoliano. Ambos llegan a Pekín, aunque ésta última, vía Ulán Bator.
Existen otras rutas, como la de Ho Chi Minh, a través de Viet Nam. Hay empresas, que organizan recorridos a pie, con tramos en tren, bicicleta, autobús, o incluso en barcazas. Se prevé incluso el alojamiento en casas de vietnamitas, se atraviesan campos de arroz en bancales, plantaciones de té y se ven paisajes, para guardar en la memoria de lo hermoso y lo mítico.
La Transafricana, tiene diversas vías y variantes, como puede verse en el mapa. Sus principales inconvenientes, son las dificultades del terreno, las condiciones del clima, las inestabilidades políticas, la inseguridad jurídica, la obtención de múltiples visados, las enfermedades tropicales y los "imprevisibles imprevistos". Es preciso un trabajo previo de equipo, escoger el mejor camino y el mejor momento; hacer un seguimiento previo y concienzudo de la situación política de cada área geográfica y estar preparado para las múltiples contingencias.
En otros países europeos, con mayor experiencia en esta ruta, existen teóricos expertos, que pueden asesorar e incluso organizar una expedición. Pero es preciso asegurarse previamente de su solvencia y sopesar el presupuesto del viaje.
El Transiberiano es sin duda, una opción más segura y dependiendo de las tendencias viajeras de cada cuál, puede que incluso más interesante. La ruta inicial, empieza en Moscú y acaba en el Mar de Japón. El precio está tasado, las paradas y las visitas, también están previstas. La clase económica, que tampoco es tan barata, se hace en compartimentos de 4 personas, por lo que la confianza, la convivencia y la ausencia de "monos roncadores", son exigencias mínimas de bienestar y éxito.
La inmensidad del territorio a recorrer, ofrece la posibilidad de optar por el Transmanchuriano, o por el Transmongoliano. Ambos llegan a Pekín, aunque ésta última, vía Ulán Bator.
Existen otras rutas, como la de Ho Chi Minh, a través de Viet Nam. Hay empresas, que organizan recorridos a pie, con tramos en tren, bicicleta, autobús, o incluso en barcazas. Se prevé incluso el alojamiento en casas de vietnamitas, se atraviesan campos de arroz en bancales, plantaciones de té y se ven paisajes, para guardar en la memoria de lo hermoso y lo mítico.
Soñar otros mundos, no cuesta dinero. Pisarlos, exige bastante más. No solamente tiempo y dinero, sino esfuerzo y una mentalidad viajera, que no todo el mundo tiene o desear tener.
En mi caso, creo estar en ello. Poco a poco, me libero de los lastres del pasado; del peso de la historia y de viejos prejuicios.
En mi caso, creo estar en ello. Poco a poco, me libero de los lastres del pasado; del peso de la historia y de viejos prejuicios.
La piel de los zapatos huye de mis pies, en la medida que calzo deportivas de todo camino. Ya no piso tantas alfombras artesanas, sino caminos de polvo y barro, de piedra y agreste paisaje.
Pero los caminos son largos y oír el silencio no siempre reconforta. A veces, echo de menos las risas del camino, la mano tendida y las miradas de complicidad.
Es bueno perder un poco la libertad del solitario, en beneficio de la buena compañía, de compartir las buenas experiencias y de la seguridad del equipo..
No es fácil formar un buen grupo de viaje. Hace falta salud, confianza, seguridad, coraje, determinación, tiempo, libertad y ganas de tener ganas.
No todo el mundo quiere o puede. Unos, por miedo, otros por comodidad, por cargas familiares o por creer que no dan la talla, sin saber, que es posible adaptar los viajes a las posibilidades y gustos personales.
Pero los caminos son largos y oír el silencio no siempre reconforta. A veces, echo de menos las risas del camino, la mano tendida y las miradas de complicidad.
Es bueno perder un poco la libertad del solitario, en beneficio de la buena compañía, de compartir las buenas experiencias y de la seguridad del equipo..
No es fácil formar un buen grupo de viaje. Hace falta salud, confianza, seguridad, coraje, determinación, tiempo, libertad y ganas de tener ganas.
No todo el mundo quiere o puede. Unos, por miedo, otros por comodidad, por cargas familiares o por creer que no dan la talla, sin saber, que es posible adaptar los viajes a las posibilidades y gustos personales.
Para estos caminos, busco mochilas soñadoras, con corazón, alma viajera, sonrisa de viaje, mirada de horizontes lejanos y adaptación al medio.
Para estas vivencias, busco almas inquietas, que no se conformen con horizontes conocidos; que sientan la curiosidad de vidas lejanas; que disfruten del camino y quieran darle alegría a la alegría.
Que sientan la vida como un pasar, no solo en el tiempo, sino también en los interminables espacios del mundo. Que sin perder sus raíces, busquen nuevos ocres, pisen nuevos verdes, degusten nuevos sabores, vean otras nieves y sufran otros fríos, que oigan nuevas risas y miren otros ojos.
Más pronto que tarde, haré alguno de estos viajes con otras almas soñadoras que sepan pegarse a la realidad del terreno y de la vida.
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