España está aterida de frío, con
su blanco manto de nieve. Las carreteras dificultan o paralizan, las
actividades de vita et laboro, de un pueblo, que quiere continuar sus afanes.
El paisaje es tan hermoso como
desolador. España sufre, aunque años de nieves sean años de bienes y los
esquiadores, sueñen con deslizarse por las laderas de la vida.
Pero el sol cada vez sale antes y
se acuesta más tarde. Ya afloran las camelias y pronto lo harán las mimosas.
Pronto se calentará la tierra. Los mirlos volverán a
escena, en busca de gusanada. Los
petirrojos asomarán sus picos, luciendo su bermejo pectoral y moviendo abrupta
y grácilmente su cola.
Las bandadas de gorriones, “tumultearán” alegres en un colectivo y ruidoso piar, preludio de amores volanderos y de boquerones polluelos.
Las urracas pasearan el aire, para diezmar las nidadas ajenas y los cernícalos, cernirán sus alas, oteando roedores.
Las parcelas recién aradas,
esperarán a que su ocre tierra, sea sembrada con fértiles semillas de alimento
y futuro.
Se engrosarán las yemas de los árboles, mientras la savia nutre sus escondidas y plegadas hojas.
Zumos de nube mojarán
los campos y regarán los frutos venideros.
Los sentidos se embriagarán de
colores y aromas, mientras las hormigas se afanarán en la trashumancia de
verdes y negros pulgones, que habrán de ordeñar.
Los jilgueros lanzarán al aire
sus primeros trinos de alegría y los que amamos el jardín y la huerta,
abandonaremos el castigado sofá de
invierno, para trabajar la primavera.
Volverán las golondrinas; los grillos y las luciérnagas; las libélulas y las mariposas. Las ranas
y los sapos, pondrán sus huevos, que pronto serán cabezones renacuajos.
No, aún no han venido, porque
estamos en el blanco invierno, pero ya mis manos piensan en rastrillos, palotes
y azadones, para dar belleza a la belleza; para regalar alegría a la casa; para
dar bienestar de familia, con esfuerzo, sudor, amor y conocimientos, extraídos
de libros y de sabios de campo, de cara arrugada y manos encallecidas.
Setos cortados; musgos tratados,
frutales podados, segadora pasada, cabaña barnizada, parterres marcados,… y
poco a poco, el jardín sufrirá la metamorfosis de cada año, que exige mimo y
sudor, proporcionando esperanza, risas y belleza.
Pronto la tierra, abonada con la
“colonia de campo”, agradecerá los esfuerzos con flores primero y frutas
después, que veré crecer y engrosar, hasta fenecer a picos de pájaros o a manos voraces,
con la satisfacción del deber cumplido.
Sufrimos el frío, pero soñamos la primavera. Pronto vendrá la alegría y la vida, para disfrutar de las cosas sencillas, que son las más auténticas, las mejores y más agradecidas.
Sufrimos el frío, pero soñamos la primavera. Pronto vendrá la alegría y la vida, para disfrutar de las cosas sencillas, que son las más auténticas, las mejores y más agradecidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario