Entregue mi consciencia a la anestesia. Cuando desperté en reanimación, vi enfermeras como ángeles. Sentí un apretón de manos y una caricia en el rostro. Poco a poco, volvía y sonreía a la vida.
La noche apago nuevamente mis párpados. Goteros con suero, antibióticos y analgésicos, me revitalizaban, me protegían o ahuyentaban el dolor
Silencio, paz y relajación.
Al amanecer, me quitaron los goteros y me enganché a los míos habituales: la radio para las noticias. El móvil para los abrazos. El iPad para los mensajes y el blog, para mis lectores.
Cuando tengo hipo, me acuerdo que estoy operado, pero estoy bien. Contento de volver y melancólico por un cielo de plomo que ha escondido las nieves de los Picos de Europa.
Hoy veré mis 3 hijos y mis 4 nietos juntos por primera vez en la vida. Risas, abrazos y besos, compensarán con creces los sinsabores del quirófano. Esta muy nublado, pero hoy lucirá el sol de la alegría.
Será la locura. Juguetes por doquier, riñas, voces altas, alguna trastada,... Vida en pura esencia, caos, alegría y en mi caso, aturdimiento postoperatorio.
Decía ayer, que me alegraría mucho contactar contigo, anónimo lector. Sé que estás en China, la India, Rusia, USA, Sudamérica, Centroamérica en Europa e incluso en las antípodas.
No te conozco personalmente, pero me encanta compartir mis ideas y mis letras contigo. Y hoy, vuelto a la normalidad de la consciencia, me siento también feliz. Muy feliz.
He vuelto del túnel negro, veo la luz, nado en la alegría y ansío sentir en mi cara el viento y la lluvia.
Un abrazo virtual, querido lector, allá donde estés.
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