Vuelvo al hogar. Dejó atrás 42 días de exotismo, velos, caras ocultas, idiomas extraños y sobretodo, una mentalidad diferente.
Vuelvo a la sangre de los míos, sus sueños, sus cuitas, sus ironías y sus abrazos.
Es tiempo de familia, de besos , abrazos y ternura, de calor humano, complicidad y seguridad.
Cambio la llamada del muecín por el replicar de las campañas. Retorno a mis hábitos de siempre, a mí monotonía, las flores de mi jardín, los recuerdos de mi vida y las sonrisas amigas.
Paso página del libro de viajes, de maletas trabajadas, de horarios extraños y sabores diferentes.
No es un adiós. Es un hasta luego. Hay vidas de subdesarrollo, que marcan una historia personal y el destino ha querido que disfrute la pasión de la aventura y de sentirme vivo en tierras de la media luna.
Vuelvo a mi querencia, pero dejó una parte de mí en Argelia.
Lo cierto es que no ha sido un viaje de placer, sino de sudor intelectual, creatividad y compañerismo.
Me he sentido útil y feliz por contribuir al bienestar de un pueblo ajeno. Ser un profesional, implica un interés material, pero hay un intangible emocional, de un valor incalculable.que compensa desvelos, noches de ordenador, sueños prestados e incertidumbres del camino.
Siempre hay un riesgo, pero no se ha arrugado mi alma por ello. Antes al contrario, la llevo hinchada de satisfacción por el deber cumplido, más allá de lo exigido. Satisfecho del resultado, pletórico por las vidas compartidas y con la mochila cargada de historias amigas, amantes de caminos africanos.
Es momento de despedidas. Ayer me abrazaron camareros del hotel, compañeros de oficina, amiga ex alumna de sinceros sentimientos y en unas horas, de la amiga que duerme en la habitación contigua del hotel.
Miguel y Michele, Mig Mich, como nos llaman, el dúo sanitario, almas gemelas unidas por una misión, un trabajo y el mismo amor por África..
Durante varias semanas, hemos unido esfuerzos y complementado caracteres y formaciones académicas. Hemos remado juntos por el mar del exotismo, la picaresca, el hambre de progreso, el caos, la supervivencia, la ignorancia o la indolencia.
Yo la biología, ella la química. Yo el panadero, ella la confitera. Yo el desorden, ella el método. Yo el infatigable cansado, ella la inagotable constancia. Yo él desbrozador del camino, ella, la que pone las farolas para iluminar un país.
Ambos, enamorados de África, puros sentimientos hacia una multitud extraña, que se abre a las manos tendidas, mostrando, que en todas partes, en todos las sociedades, hay corazones hermosos que pueden acompasar sus latidos a los tuyos.
Salua, la dama de negro que no me dio la mano y pasea por el despacho sus creencias, Mimi, Sarah, Malika, Abderraman, ...un largo etcétera de gente buena. Diferente, pero de corazones hermosos, que los idiomas, las fronteras, las banderas y los desencuentros políticos, no pueden ni deben ser obstáculos de sentimientos.
Si, vuelvo al hogar, pero dejo sonrisas, miradas francas y ganas de reencuentro.
Es tiempo de hogar y también de bisturí y anestesia. Amor y temor, es mi sino cercano. Vuelvo a casa una vez más.
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