Hay prendas, que se adaptan al cuerpo y se aferran al alma, hasta convertirse en la propia piel del que la porta.
Nada más placentero que una ropa vieja, unas alpargatas viejas y una vieja amistad compartiendo amor y vida.
Soy de gustos sencillos. no me privan las marcas con etiquetas de triunfo social, sino la comodidad, la utilidad y la naturalidad.
Un coche me lleva y me sirve, pero no lo utilizo como un signo de poder y nobleza social. Una prenda, me abriga y me produce bienestar, pero no la paseo como símbolo de triunfo económico.
Prefiero los corazones de oro y los sagrarios de madera, que no al contrario. Pregono la sencillez, el abrazo sincero y la comprensión del que se sabe imperfecto.
Paseo mi vida por caminos lejanos, con viejas ropas, que han rozado aires y paisajes a veces insospechados.
Miro con cariño, las viejas chanclas con las que recorrí un verano por Gambia y Guinea Bissau. Recuerdo con nostalgia, la gorra de España que mostró su bandera por medio África y regalé en Rusia. Me acuerdo de la camiseta de la selección española de aciago mundial, que regalé a una bella joven Bosnia de casi dos metros.
Conservo con cariño, una chaqueta reversible, azul y gabardina, que ha pisado 5 continentes. ha descendido a la miseria del paisaje, vivido los jardines de la mismísima Casablanca, visitado el Capitolio y llorado la tumba de J.F. Kennedy.
Mi chaqueta reversible, es herencia de un ser desaparecido y la porto con agradecimiento, cariño y respeto. Con ella he tenido momentos hermosos de mi vida. He abrigado a quien lo ha necesitado, ha abrazado seres queridos, ha dado su manga con mi brazo dentro, a manos amigas que se han unido a mi lado.
Chanclas ya cansadas, gorra luciendo hermosa en una testa rusa, chaqueta de fatigas, emociones y caminos,... cuántos recuerdos, cuántas anécdotas, cuántas vivencias de camino.
Hay quien llora la tristeza mientras busca la felicidad y no se da cuenta, que ésta es tan sólo un estado de ánimo y saber conformarse con lo que la vida te ofrece.
Río por no llorar. Sueño, por no pensar lo que no quiero pensar y soy feliz, porque veo la belleza donde otros no la ven y porque paseo el mundo, con mi ropa vieja, casi mi piel, que me da bienestar y el calor de los recuerdos vividos.
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