A una mala noche mosquitera, siguió un tórrido sol, que trepanaba mi cerebro.
Había trabajado el amanecer, haciendo surcos en tierra de lava, y acotado un camino de jardín, con piedra,también de lava
Decidí bañarme en un lago con cascada, en Langevin y para ello, debí esperar un "car vert¨" que llegó a los 40 minutos de aguantar un sol matador. Una vez llegado a mi destino, debí esperar otro verde, pero como no llegaba, deshice el camino, hasta mi lugar de partida.
Me encuentro en un bungalow precioso, abierto a la Naturaleza, en el sentido literal de la palabra, con sus mieles y sus hieles. La belleza y el exotismo de su jardín tropical, permite estar en contacto directo con un verde inmenso. Ello incluye, forzosamente la visita de minúsculos alados que pican y ronchean, mi ya castigada piel por el sol.
Cuando escribo estas líneas, llueve con fuerza, lavando las hojas del follaje. Huele a tierra mojada y suena el tejado, como si estuviéramos en el día del Juicio final.
Y mi mente se hincha de felicidad, ante la majestuosidad del momento, El frescor, me recuerda el rincón de mi España norte y me dan ganas, aunque no lo haga, de salir desnudo a recibir la lluvia, brazos abiertos, cara levantada, ojos cerrados y alma alegre, como quien espera el agua bendita para hinchar sus células, purificar su mente y sentirse libre.
Este es un país hermoso, de gente llana, espontánea y multicolor, presta a la risa y al color de la vida, Gente orgullosa de su tierra y su paisaje, que se siente muy francesa, pero muy reunionesa y reivindica su identidad criolla,
Esta es una isla, que conjuga el azul del cielo y del mar, con el exuberante verde de su costa y el ocre y rojo de sus lavas de montaña, en paisajes lunáticos, que enamoran, empequeñecen y asustan el alma.
Es una isla de subir y bajar, donde muchos viven la orilla y la espuma del mar y otros, prefieren la quietud de la media ladera, siempre disfrutando de magníficos atardeceres, de los que uno nunca se cansa.
Esta es una tierra bendita, tenida por un paraíso, en donde el infierno tiene su parte, vomitando fuego de sus entrañas.
Esta es una tierra caliente, por el sol y por su volcán, donde conviven sin dificultad, en paz, armonía y alegría, numerosas razas y creencias religiosas, como ejemplo de vida para otros puntos del Planeta
Huelo a oxígeno y a vida en un paraíso, al que debemos acostumbrarnos los foráneos. Sin medio propio de locomoción, con una huelga que paraliza la vida isleña, desconociendo de la maraña de enlaces de transportes,verdes, amarillos y rosas,
Los de fuera, venimos ávidos de paraíso, pero tardamos un tiempo en aprender a vivirlo y a veces, nos vamos, sin conocer los tesoros geológicos,botánicos, marinos, fluviales y sobre todo, el duende del alma criolla.
Hoy no acompaño fotos a la crónica. Que cada lector cierre los ojos, huela el ozono, huela la lluvia y sienta en su mente, el agua de un paraíso llamado La Reunión
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