Arrancaba malas hierbas de una maleza sin pensar demasiado en bichos. Metía los pies entre piedras de lava y las manos enguantadas entre altas hierbas. Cuando me enredaba en una rama pensaba en Yumanji,
Vi la pinza de un animal; pensé en un escorpión, pero era un ..... cangrejo de tierra. Más tarde, a media altura vi un camaleón. Levanté piedras, para hacer un sendero y recordé los consejos de mi padre en mi niñez, sobre los escorpiones.
Hecho el camino, desherbada la zona y terminado mi horario, Cumplida mi responsabilidad, partí para Saint Pierre, olvidándome de los mosquitos, para hacer una descubierta por la isla.
No respetaron la reserva de mi hotel y a punto estuve de dormir en la calle. Afortunadamente, una señora, clienta en un hotel, consiguió que me dieran la última plaza libre.Ya por la mañana, acompañé a Myrian, que así se llamaba, al mercado de los sábados, que fue una explosión de calores, colores, sabores.
Tras la ducha reconstituyente, alquilé el coche y acudí a la base de salida para naricear en el cráter del Pitón de la Fournaise. Salí de allí empequeñecido por la grandiosidad de la Naturaleza. Pensé que el ser humano, no es más que un arador de la sarna, que escribe en la piel del Mundo y puede fenecer indefectiblemente, de un inesperado escupitajo de lava. Y aún así, se engríe y piensa que domina la bola de fuego que es nuestro Planeta.Tomé dos muestras de lava, una roja y otra amarilla y negra.
Visité el Ètang Salée, donde un tiburón se llevó un alma incauta en forma de mujer y tomé una espléndida arena de olivina.
Recogí una tierna autoestopista de 16 añitos que sueña con ser bailarina y la dejé km más tarde en la playa de Leu. Luego, obtuve muestra de arena blanca y negra.
Tras un intenso y productivo día, llegué a Saint Guilles,donde mañana me esperan nuevas emociones.
he aquí los colores del día
El jardín de Fabrice
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