La noche ha sido silenciosa y obscura. Sin ruidos ni sombras; quieta y serena, sin viento en los cristales, ni sonidos de fauna nocturna
Llegado el día, el cielo gris rezuma humedad. Las gotas de rocío resbalan por las verdes hojas de las camelias. Un mirlo reposa quieto en una rama, mientras que un petirrojo, pasea grácilmente su color por el jardín.
El tic tac del reloj de péndulo real, pone su inexorable sonido en el ambiente.
Descanso de mi reciente viaje, en el borde del caudaloso río de la vida, al margen de las corrientes y los remolinos del bullicio general..
Estoy sereno, pero melancólico, cual europeo del norte, en sus brumas inmensas.
Ni un llanto, ni una risa, ni un nieto, ni un hijo en la casa.
Un grupo de gorriones se ha posado en una rama cercana. Dispuestos en fila, parecen mirarme como a un maestro de escuela. Tampoco ellos parecen saber qué hacer. Incluso el perro, está acurrucado en su cama, esperando que el sol diga aquí estoy, porque he venido.
Mientras, los valencianos celebran sus fallas bajo la lluvia, los andaluces oyen las mentiras, manipulaciones y sofismas de predicadores, que hacen una política en minúsculas.
Chamarileros y quincalleros de la palabra, manipulan y apacientan un pueblo, premeditadamente hecho a no tener criterio.
Lobos de distintos colores y siglas, disgregan y reagrupan a los votantes, a cada golpe de efecto.
Es una pena que la alegría del sur, se deje embaucar por los bucaneros de los slogans.
Es una pena, que un pueblo sabio, senequista y crisol de viejas culturas, no tenga algo más de criterio, como los melancólicos del norte.
Parece que el sol, condena a los países del sur, a ser alegres, pero manipulables.
Cuando el domingo asoma ya por el calendario, riadas de compatriotas llenarán las urnas de papeletas.
Votos de hartazgo, votos de cabreo, votos desorientados o votos sabios, ¡quién sabe!
Barrunto un Parlamento atomizado y tal vez, una jaula de grillos.
Sí, estoy sereno y melancólico, pero también inquieto, no solo por mi Andalucía, sino por el futuro cercano del resto de la ibérica piel de toro.
Votos de hartazgo, votos de cabreo, votos desorientados o votos sabios, ¡quién sabe!
Barrunto un Parlamento atomizado y tal vez, una jaula de grillos.
Sí, estoy sereno y melancólico, pero también inquieto, no solo por mi Andalucía, sino por el futuro cercano del resto de la ibérica piel de toro.
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