sábado, 23 de mayo de 2015

Ha muerto Manuel Molina

El viento acostaba la hierba con aromas de salitre y secaba mis lágrimas de soledad.

Lole y Manuel, cantaban enlatados para mí, mientras miraba el mar desde Cabo Mayor.

El paisaje era magnífico, pero lloraba mi Sevilla perdida; la de mi primer cuarto de siglo.

Dejaba allí familia, amigos, querencia y una mirada verde de rubios cabellos.

"Todo el mundo cuenta sus penas,
pidiendo su comprensión,
quien cuenta sus alegrías,
no comprende a quien sufrió"

La guitarra rompía el aire y los quejíos de Manuel con su Lole en dúo, me rasgaban el alma.

Yo era de tierras ocres, de aromas del sur, de cielos azules y de duendes en el aire.

Pero me robaron Sevilla en las oposiciones y subí al norte.

Fue un viaje de ida sin vuelta.

Y amé los verdes campos, los azules mares, las blancas nieves y los plomos del cielo.

No volví a las Semanas Santas, ni a las ferias ni a los rocíos.  

En mi transición mental, soñé la sevillana  Plaza de España, con Piquío como ombligo, en una hibridación  de querencias

Paulatinamente, me hice más de aquí y menos de allá, mientras los quejíos y los rasgueados de la hembra de seis cuerdas, dejaban de sonar en mi cerebro y en mi corazón.

Pasaron muchas uvas de diciembre y un maldito cáncer, se llevó un sevillano de voz desgarrada.

Había muerto Manuel, dejando a Lole  en solista de canto y vida y huérfanos, a los que le oíamos con sentimiento.

Esta tarde, oí cantar a Manuel. Su poesía rompía el silencio por bulerías, mientras su guitarra lloraba de pena.

Sufrí un estremecimiento. oyéndole 40 años más tarde, pero mi paisano y contemporáneo ya había volado tras sus notas al cielo.

Que los ángeles, disfruten de su guitarra celestial.












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