Tiempos políticos

En muchos aspectos de la vida, hay que tener sentido de la oportunidad, que no es lo mismo que ser oportunista.

El sentido de la oportunidad, es por ejemplo, prever una necesidad y adelantarse al momento de que ésta se presente, para afrontarla con éxito. 

Así, si en invierno se limpian oportunamente los montes y se hacen los cortafuegos, cuando llegue la temporada de incendios, se evitarán muchas desgracias. Esta actuación, podríamos considerarla positiva para la comunidad.

Algunos políticos tienen sentido de la oportunidad y la mayoría de ellos, tienen sentido del oportunismo, que tiene una connotación negativa. 

Tras décadas de democracia, a nada que hayamos sido observadores, habremos sacado conclusiones.

Podemos decir, que hay incluso, un patrón de comportamiento, coincidente en los partidos políticos, cualquiera que sea su ideología.

Tras el escrutinio electoral, oímos que todos los partidos han salido ganando. Luego el vencedor halaga a los electores, diciendo que una vez más, el pueblo ha dado una lección de madurez y sabiduría.

Si los partidos que no han quedado en primer lugar suman posteriormente sus fuerzas y desbancan al que ha sacado la mayoría relativa, dicen que se han unido, porque el pueblo les ha ordenado que lo hagan.

En este caso el oportunismo consiste en no haber informado antes de las elecciones, la intención de desalojar del poder, a la lista más votada.

En el discurso de investidura, el líder que gobernará, dirá que será el presidente de toda la población, que sus puertas estarán abiertas a los ciudadanos y bla bla blá.

El siguiente oportunismo, es tomar las decisiones duras al principio de la legislatura: subida de impuestos, tasas y precios; amortización de puestos de trabajo, etc. Estas iniciativas, ya estaban previstas antes acceder al poder, pero estaban silenciadas.

Evidentemente, el pueblo llano tiene su primer cabreo, pero hay 4 años por delante, para que olvide la afrenta.

Durante los siguientes meses, los fontaneros del poder, manejarán los tiempos políticos y darán los oportunos bajonazos a la oposición. Éstos, a su vez, si tienen una buena correa de transmisión, con los agentes sociales: laborales, asociaciones diversas, etc., organizarán cuántas "actuaciones de campo" sean precisas, para "torcer" la actuación de gobierno o desgastar al poder. 

Es frecuente, que numerosas asociaciones, aparentemente apolíticas, hagan casualmente declaraciones en cadena, con mensajes similares. Curiosamente, suelen ser destinatarios de sustanciosas subvenciones, cuando quien maneja los hilos, sube al poder o cuando intuye que lo va a perder. 

Mientras, los gobernantes realizan las inversiones necesarias. Son más proclives a poner farolas, que lucen, que a construir alcantarillas, que no se ven y no dan esplendor.

Casualmente, las obras se alargan para ser inauguradas poco antes de las siguientes elecciones. Aquí tendríamos, la oportunidad de hacer una obra necesaria y el oportunismo de inaugurarla en buen momento electoral.

A veces, hay un doble oportunismo: aprovechar el poder, para hacer obras inoportunas e inaugurarlas en el momento oportuno, incluso, si no están terminadas. Otras veces, el oportunismo, consiste en inaugurar una autopista por tramos, en tiempos favorables.

Durante la legislatura en vigor, los partidos investigan podredumbres ajenas y tapan sus propias vergüenzas. Se preparan expedientes que se mantienen secretos, esperando el momento oportunista del navajeo político, es decir, en la antesala de la siguiente campaña electoral. Es el momento denominado "y tú más"

Otro ejemplo de oportunismo, es el rechazo por el poder de las buenas iniciativas de la oposición, para hacerlas propias algo más tarde, o bien, la propuesta por la oposición, de iniciativas políticas imposibles y demagógicas o adelantándose a lo que ya el gobierno tiene previsto legislar. Es lo que entiendo como "filibusterismo político"

Para terminar, el gobierno favorece a su partido político, reduciendo impuestos y bajando tasas y precios poco antes de la siguiente contienda electoral.

Francamente, ya conocemos sus tiempos. Se les ve el plumero.