Volar a Zanzíbar era viajar a un nuevo paraíso, igual de hermoso, pero más dulce y relajado. Si en el Serengeti, era la vida salvaje en todo su apogeo, en una lucha por la vida, en Zanzibar nos esperaban las cálidas aguas del Índico tropical, con sus blancas arenas.
Sabíamos que disfrutaríamos de un merecido descanso en un confortable hotel con encanto, pero nunca imaginé un hotel que embargara mis sentidos en un mundo de especias y colores.
Clavo, canela, cardamomo, vainilla, mangos, piñas, yakas, cocos y limas, me proporcionaron bellos sabores y aromas.
La arena coralífera, el agua turquesa, las abundantes bouganvilleas, los uniformes de los empleados y los visillos por doquier, me aportaron un colorido exótico y maravilloso.
El mundo africano y el asiático, se mezclaban dando una personalidad propia al paisaje, no sólo en aromas y sabores, sino también en colores.
Todo estaba ideado para el relax, el placer y el amor. Un nuevo paraíso, en un microclima pensado para una vida hermosa.
Ni mis palabras ni mis fotografías, pueden hacer justicia a lo que allí vi y sentí. Aficionado a la escritura y a la fotografía, no alcanzo a manifestar en toda su grandeza lo que aquél ambiente ofrece a los afortunados que lo visitan.
Lamentablemente, un problema de reserva, truncó nuestra estancia en el hotel y sólo pudimos disfrutar de él durante una jornada. Ello no quiere decir que luego nos fuera mal, como el lector podrá deducir en el próximo reportaje.
Veamos el encanto, la belleza y el exotismo, de la costa este de un paraíso lejano, llamado Zanzíbar
Gobierno Revolucionario de Zanzíbar. ¡Ahí es nada!
Revolucionario, pero con Coca Cola
Fotos robadas desde el taxi en marcha
Primer signo de religión musulmana
Hotel Breezes
Zumo tropical de bienvenida
Amor en el Índico
¡Esto es vida!
¡Cara de satisfacción!
Coral y chocolate
Puerta típica de Zanzíbar con influencia hindú
Un mundo de especias
Córvido especializado en robar comida a los comensales
Ana y Mercedes, dos amigas inseparables
Con Aleluya, un joven masai en Zanzíbar
Afortunadamente, no compre el mazo a Aleluya, por razones que
comprenderá el lector cuando lea mi capítulo "Daños colaterales"
La tienda de Blanca y Aleluya
Un restaurante con encanto y ..... con sorpresa
Cuando nos íbamos, apareció una hermosa, joven y simpática camarera
Marisa la convenció para fotografiarse con ella e hice yo lo mismo, pero...
Me quitó la toalla del cuello y se me pegó al cuerpo como una lapa tropical
Para mi sorpresa, me acarició por proa y popa, babor y estribor
El color de mi bañador y el de mi cara, dibujaron la bandera de España
Belleza, serenidad, alegría, dulzura y simpatía
Luz, color, paz, alegría, exotismo,...................... Zanzíbar
No hay comentarios:
Publicar un comentario