En la isla de Goréa, frente a Dakar, Senegal, visité la antigua casa de los esclavos, que salían con grilletes desde sus mazmorras, por la puerta sin retorno, hacia el oeste, es decir, al Nuevo Mundo. Los más afortunados, o tal vez no, sobrevivían a las penalidades del viaje, arrancados de su entorno, separados de su familia, azotados y tratados como animales, para vergüenza de la humanidad.
Hoy, en Stone Town, he visitado las mazmorras de un centro de esclavos, cuyo horizonte de sufrimiento, vergüenza y escarnio, era el este, es decir Asia, para servir míseramente a explotadores de seres humanos.
Cuando visité la isla de la Reunión, pude comprobar una población criolla formada por antiguos franceses, chinos, negros e hindúes. Los negros eran descendientes de los antiguos esclavos. Los hindúes, pertenecían a los Intocables, una casta inferior que fue importada de la India, para hacer los duros trabajos que antes de la abolición de la esclavitud, hacían los negros.
La explotación del hombre por el hombre, continuabcon otro nombre y en otras circunstancias. Hoy nos conmovemos con la negra historia de la esclavitud, pero nuestra sociedad se beneficia de la explotación en régimen de neo esclavitud en la que viven las capas vulnerables de muchos países subdesarrollados, especialmente de África y Asia.
Volviendo a Zanzibar, en el solar sobre el que se yergue la catedral luterana, azotaban a los esclavos durante su venta en subasta. Los que mostraban su reciedumbre al no llorar, alcanzaban mayor precio de venta.
Cerca de la catedral, se levanta el minarete de una mezquita. Ambas siluetas en el cielo, representan la tolerancia religiosa que por el momento se da en la isla. Existe también una catedral católica, de descuidada y sucia fachada, aunque yo prefiero sagrarios de madera y corazones de oro y ese detalle es para mí secundario. Periódicamente, los hindúes hacen piras funerarias para incinerar sus muertos.
Este paraíso de convivencia religiosa, es un equilibrio digamos inestable, donde cualquier grupo de fanáticos puede inyectar fundamentalismo, odio e intolerancia en un futuro.
La población es más bien pobre, pero la blanca sonrisa destaca en la negritud de la piel de sus habitantes. Es decir, son felices, disfrutando la naturaleza, viviendo el tiempo. Los africanos dicen que los europeos tenemos los relojes, pero que ellos tienen el tiempo y no les falta razón..
Pisamos las tortuosas y estrechas calles de una ciudad patrimonio de la humanidad. Numerosos vendedores ambulantes intentan venderte baratijas y recuerdos. Algunos dueños de tiendas fijas, intentan llevarte a su tugurio de telas, tallas de madera o de cualquier capricho imprevisto.
Comimos en la Taperia, el negocio de restauración de un español. Me tome un salmorejo y unas gambas al ajillo. Mientras las comía, recordé el mercado de carnes, frutas y pescado que habíamos visitado anteriormente.
Experto en seguridad alimentaria, pero con el estomago hecho a muchos años de vida en países.subdesarrollados, cerré los ojos, abrí la boca, confíe en el milagro del tratamiento por el calor y en la suerte y luego, alimente mi hambriento ser.
Recogí arena en la playa de Tembo, bañada por las aguas que vieron partir los barcos de esclavos. Poco más tarde, cogimos el avión hacia Amsterdam vía Nairobi, Kenia,
Molturado de caña de azúcar
Las viejas puertas de Zanzíbar
Playa Tembo. Punto de salida de los esclavos
Como ya comenté todos tus artículos y vivencias me dejan asombrada pero esta última es una maravilla y que orgullosa estoy de poder leer y ver los reportajes fotográficos que expones.. es algo difícil de poder explicarlo...magnífico trabajo querido amigo Miguel.
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