lunes, 26 de agosto de 2019

Benin. Capítulo 2. Retratos en piel negra

Me entusiasma la fotografía y en especial el retrato. Me encanta ir más allá del aspecto físico. Intento "escudriñar el alma" del modelo; captar su carácter y su estado de ánimo; comprender su lenguaje corporal y sacar las mejores expresiones del ser humano.

Me agrada la belleza externa e interna. Me emocionan la inocente ternura de un niño; el rostro cuarteado de un anciano; el sereno amor de una madre o la sensualidad de una mujer otorgando belleza al paisaje humano.

Cuando transito los caminos de la vida, armado con mi fusil de cristales, busco rostros, encuadres, colores, pasiones bajo la piel y almas a quien conservar en imágenes.

Me convierto entonces en un cazador, un ladrón de siluetas, un ratero de colores y un depredador de expresiones.

Recorro caminos, me infiltro entre los puestos de los mercados; subo montañas; me pierdo entre las callejuelas de los pueblos; visito parques o paseo allá donde las olas del mar besan la tierra. Y lo hago, buscando una vida que inmortalizar en imágenes.

Mi pasión por la fotografía, me lleva a sorprender rostros que reaccionan de forma diversa. Unos aceptan mis fotos con paciencia, otros, con resignación, indiferencia, simpatía o en algunos casos, con desagrado.

Son muchas las fotos robadas y otras tantas las conquistadas con técnicas de aproximación, sonrisas y desparpajo.

Las fotos que expongo a continuación, son una pequeña representación de las más de 7000 fotografías sacadas en este viaje,.... con un teléfono móvil, en su gran mayoría. Son los colores y los sentimientos de rostros africanos que he "cazado" para ofrecerlos a los lectores y para el recuerdo de un Africa profunda que desaparece paulatina e inexorablemente.
























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