Los seres humanos, formamos parte de este juego. Somos recolectores, cazadores, cultivadores y productores de animales, con el fin de obtener su energía.
Nuestra inteligencia nos ha llevado a construir una civilización, en la que entre otras cosas, la energía es tratada como dinero, una especie de moneda de la energía, que sirve para intercambios comerciales, y transferir el esfuerzo de acumulación de energía a nuestros herederos, por ejemplo.
La fuerza del trabajo, es igualmente energía. En el caso del trabajo por cuenta ajena, los trabajadores aportan parte de su energía, en beneficio de los empresarios, que disponen de capital, que no es más, que energía anteriormente acumulada u obtenida con préstamos que deben devolver, con un aporte adicional de energía.
La Bolsa de valores, no es sino un mercado de energías acumuladas, en el que la inteligencia de unos, la información de otros o la suerte de unos pocos, mueve el esfuerzo energético entre los seres humanos o entre sociedades.
Todo se mueve dentro de una leyes y de unas instituciones nacionales e internacionales, que rigen nuestro destino y nuestro grado de malestar o bienestar.
La sana ambición y la competitividad, son al fin y al cabo, un reflejo de la selección natural ,que nos afecta a todos los seres vivos del Planeta.
Todo está prácticamente regulado, poniendo orden en la lucha por la supervivencia. Los impuestos, los controles financieros, etc.
Sin embargo, aquí, como en la selva, hay depredadores, carroñeros, amigos de lo ajeno, corruptos y delincuentes de guante blanco. Casi ninguna institución se salva de las miserias humanas. Las sociedades y los estados, son gobernados por seres humanos de distinta condición.
"No hay hombre grande para su ayuda de cámara"
Es cierto, que la inmensa mayoría de las personas, son honradas, trabajadoras, crédulas, y cumplidoras con los valores humanos y las normas legales.
Las personas, gastan su energía para ganar más energía, pagar energía en forma de hipoteca, impuestos, compras, regalos, etc.
Viven en una vivienda aparentemente sana, en un ambiente seguro y honesto, sin ser consciente, de lo que ocurre en otros planos de su hábitat personal o colectivo.
Pero hay un mundo oculto que mueve los hilos que determinan la vida de los seres humanos.
Las ratas grises, viven en las zonas altas y bajas de una casa. Buhardillas y sótanos, las ven medrar en las oscuridades resguardadas. No se las ve, pero están.
Hay una fauna, que pica o irrita, acarreando enfermedades, come, contamina o altera nuestros alimentos, ataca nuestros tejidos, papeles, cueros y plásticos, destruye nuestras maderas o roen nuestros metales.
Hay otros, que simplemente, viven en nuestras casas, dejan sus detritos, transmiten malos olores o causan ruidos.
Son en definitiva, animales parásitos que nos afectan, muchas veces sin saberlo, limitándo nuestras energías y nuestro bienestar.
Paralelamente, hay una fauna humana, de mono o corbata, a distinta altura de la casa de la sociedad, que también parasitan nuestra energía.
"Actúan como los leones, los buitres y las hienas, que siguen las manadas de herbívoros, en la sabana de la vida y la muerte"
Los estamos viendo cada día: mafias que trafican con drogas, o emigrantes; empresarios que corrompen los políticos y políticos que corrompen a los empresarios; sindicalistas que defienden sus intereses y se alejan de la defensa de los que ofrecen la energía de su sudor, empresarios que se aprovechan ilegalmente de las energías obreras; evasores de energías acumuladas para no ceder una parte en forma de impuestos;...
Los actuales medios técnicos, permiten detectar muchos fraudes; las redes informáticas, permiten difundir de forma masiva, los robos de energía a la sociedad y los grandes hombres del poder, o los divos del arte, o el deporte, por ejemplo, quedan al descubierto para sorpresa e indignación de la mayoría de las personas.
Los numerosos escándalos financieros que nos aquejan desde hace años y últimamente, los "papeles de Panamá", producen desasosiego, desesperanza, incertidumbre y escepticismo en la sociedad.
"Las cañerías que transportan las aguas negras de la sociedad, se han roto y el olor es insoportable"
Es en este contexto, cuando la sociedad es más susceptible a las dictaduras y a los populismos, que pescan en el desencanto, pero que tampoco son garantía de mejorar la sociedad
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