Los personajes son diferentes, pero el ADN es compartido por otra reinas del couché.
Diríase, que el privilegio de la celebridad, la vida muelle, la supervivencia del cuento y de que trabajen otros, es hereditario.
Diríase que, los asalariados, soñadores de un lujo inalcanzable y sufridores del sudor, no tienen acceso a la mamandurria del chismorreo, pero son tributarios de la pirámide del camelo.
Ocurre lo mismo en el ámbito nacional o en el internacional. Hijos de tonadilleras, hijas porcelanosicas, de actrices o de aristócratas sin castillo, viven de la fama por derecho de cuna.
A veces, el relevo es planificado en el tiempo, apareciendo en pantalla madre y recría, para retirarse con el tiempo, o no, la de más calendarios.
Mónaco, Liechenstein, y otras pequeñas realezas, viven también el couché europeo, aunque, con más clase, si obviamos advenedizos guardaespaldas y domadores de circo.
Sin animo de generalizar, creo que los antiguos personajes de la jet set, se lo trabajaban más, mejor y con más gracia.
Fiestas de blanco, de transparencias y personajes dignos del Loco de la colina, atraían reyes del petróleo y pijolandias europeas, dispuestos al faranduleo y la nocturnidad.
La Gunilla y su marido, los "Jolenjole" y sobre todo, el desaparecido Jaime de Mora y Aragón, se trabajaron el cotarro, mostrando extravagancias e imaginación.
Sudaron el pijorío, hasta promover turísticamente la Costa del Sol y crearon riqueza y trabajo.
Eran impagables las veladas Jaimunas, dando pábulo a todo tipo de comentarios y noticias.Recuerdo, entre la sonrisa y el asombro, cuando dijo, refiriéndose a su hermana Fabiola:
"Yo de emigración, sé mucho, tengo a una hermana, trabajando en Bélgica de Reina"
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